01 octubre 2012

SORPRESAS INESPERADAS

Este fin de semana, por motivos personales, lo pasé en compañía de mi familia en Galicia, concretamente en la zona de las Rias Baixas.
 Después de cinco horas de viaje, llegamos a dónde pasaríamos la noche, a las afueras de la localidad de Caldas de Reis. Un alojamiento excepcional, en un entorno único y salvaje, es el que ofrece la casa rural Torre do Río, a los pies del río Umia, que os invito a visitar.

En este remanso de paz, de más de 10.000 metros cuadrados,  he disfrutado de nada menos que 3 "bimbos", es decir, 3 especies nuevas para mi. Una de éstas, en el mismo entorno de la casa rural.

Parte de la inmensa finca, perteneciente al alojamiento. 

Nada más llegar, con un sol radiante, pudimos admirar la belleza del paisaje. Y sus primeros habitantes, como  el petirrojo, carboneros, herrerillos, papamoscas... Pero no fue un  poco más tarde, cuando pude disfrutar del vuelo raudo del martín pescador, de las técnicas de pesca de una garza real, y de una de las estrellas de estas mini-vacaciones. Se trata del mirlo acuático. Pude ver un ejemplar, en las cascadas del río Umia, a su paso por la finca del hotel. Esta especie podría ser reproductor, incluso, en la misma finca, puesto que dicho ejemplar se resguardó bajo una cascada, lugar típico de nidificación de esta especie.

Una de las cascadas de la zona.
 Ejemplar de mirlo acuático.

Unos minutos más tarde también se dejaron ver una pareja de gavilanes, aunque uno era algo más potente y podía ser un  azor, arrendajos y un ratonero. Para ésta rapaz, tanto el gavilán como el azor, los jardines que rodean al hotel, constituyen su hábitat de caza natural, un claro en medio del bosque.

Fotos de uno de los ejemplares, que se posaban en los alrededores del recinto. 



Al lado de la casa rural, hay unas ruinas de un antiguo molino, en el que algunas rapaces nocturnas, esperaban para capturar su cena, que al día siguiente encontré. Se trataba de un topillo.

De vuelta a Salamanca, aún me esperaban unas cuántas sorpresillas. En el puerto de Sanxenxo, una pareja de charranes patinegros acompañaban a una de las dos gaviotas patiamarillas anilladas del viaje.
Pero ésto será parte de una segunda entrada.

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3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. La verdad es que hay que preservar estos lugares, de los que quedan ya pocos. Un saludo, Gonzalo Criado. Muchas gracias por comentar y visitar.

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  2. Pues se ve que no te aburriste!

    Qué cerca el mirlo!


    Un Saludo.
    Nos vemos el finde.

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