28 septiembre 2015

DÍA DE LAS AVES 2015

Desde la fantástica envergadura alar de un Buitre negro, hasta el revoloteo de un pequeño Gorrión común, desde el trompeteo de una bandada  de grullas, que vuela en forma de V, hasta el canto de un diminuto Chochín, allá dónde miremos, encontramos a las protagonistas de este espacio, de esta entrada y del primer fin de semana de Octubre, en el que se celebra el Día de las Aves 2015.

Sin duda alguna, éstas son los seres vivos que más han fascinado al hombre. Capaces de conquistar cualquier medio, cualquier biotopo, recorren el cielo, la tierra y el agua. Por si esta increíble capacidad evolutiva no fuera suficiente, lucen un aspecto frágil que les confieren las plumas, muchas veces adornadas con bellas tonalidades cromáticas, que parecen pintadas de forma caprichosa, por el mejor pintor. Las mismas plumas que les llevan a cientos y cientos, e incluso miles de kilómetros, en el caso de las aves migradoras.  

Con motivo, quizá de esa fascinación que todos sentimos cuando vemos a un ave volar, quizá para concienciar  que un mundo sin aves es un mundo muerto, es un mundo pobre, es un mundo huérfano, quizá para educar a los más pequeños la naturaleza que tienen a su alrededor, el día 4 de Octubre celebramos el Día Mundial de las Aves 2015. 

SEO-SALAMANCA Y SALAMANCA NATURAL organizan a partir de las 10:00 de la mañana, en el  Puente Romano, una serie de actividades, con la finalidad de concienciar no sólo a lo más pequeños, si no también a los mayores, de la importancia que conlleva la conservación de la naturaleza y en concreto, de sus aves. 


Diversos puntos de información de los proyectos llevados a cabo, talleres infantiles para los más pequeños, punto de observación de aves mediante telescopios, paseo ornitológico guiado para descubrir los habitantes alados de la ribera y un taller de anillamiento científico, en el que conocer más de cerca, aves como el Martín Pescador o el Papamoscas cerrojillo.  

Este año queremos recalcar tres aspectos, que nos parecen muy importantes para la conservación de las aves de nuestra provincia:


  1. La colaboración y ayuda al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre "Las Dunas".
  2. La participación en la Campaña Aguiluchos, para que las nidadas del Aguilucho Cenizo y Aguilucho Pálido  no perezcan bajo su grave problemática.
  3. La necesidad de que el mejor humedal de la provincia, El Azud de Riolobos, sea conservado y mantenido por las autoridades competentes. 

Aves sin la protección de sus nidadas, en el caso de los Aguiluchos. Aves sin un lugar dónde ser transportadas cuando estén heridas, como es el CRAS "Las Dunas". Aves, en gran parte migradoras, sin un oasis, sin una parada en sus largos viajes, como es el Azud de Riolobos. Aves que forman parte de la naturaleza, esa naturaleza que el ser humano está modificando, que está debilitando, fragmentando y extinguiendo, hasta que un buen día nos demos cuenta, que no hay ninguna silueta recortada en los azules cielos. 

Ayuda, conciencia y colabora participando en alguna de las actividades que realizaremos el día 4 de Octubre.

 ¡Os esperamos a partir de las 10 en el Puente Romano!




23 septiembre 2015

UN TESORO URBANO

Los lectores que venís siguiendo desde hace tiempo este espacio, habréis leído en alguna ocasión,en más de una entrada, la importancia de un parque que está situado en el centro de la ciudad salmantina. Es el parque urbano más grande con el que contamos en Salamanca y su diversidad botánica hace del Parque de los Jesuitas un gran tesoro entre las idas y venidas  de las vidas ajetreadas de todos los salmantinos. Su situación, cerca del río Tormes, hace de él un gran atractivo para las aves que en estos días pasan por nuestros cielos en su etapa migratoria. Cuenta además con un buen número de especies sedentarias y nidificantes, pero es en la época otoñal e invernal cuántas más especies se observan en el parque. Se han observado unas 100 especies de aves, según los datos que he podido registrar en los últimos años, teniendo una media de unas 20-30 especies observadas en un día normal de invierno.

En esta entrada, varios son los protagonistas alados que en estas últimas semanas he podido observar en compañía de otros amigos pajareros, que en alguna ocasión, como en el caso de la observación del Torcecuellos euroasiático no hubiera sido posible si no hubiera sido por su ayuda. Desde aquí agradecer a todos ellos la ayuda y sobre todo la buena compañía en las jornadas camperas.

Comenzamos con el primer protagonista, un pájaro de plumaje críptico, cuyas plumas parecen escamas de las cortezas de un árbol por su tonalidad, de pico corto, de aspecto reptiliano, de tamaño algo más grande y alargado que un Gorrión común. Pertenece a la familia de los pícidos, es decir de los pájaros carpinteros, si bien su aspecto y su comportamiento es propio de los paseriformes. Un ave que para mí ha sido esquiva en las ocasiones que he intentado localizarla y que en estos días se ha prestado a fotografiarla muy fácilmente.




El Torcecuellos euroasiático, es sin duda alguna un pájaro bello con sus suaves y ocres tonalidades y dibujos, pero también un pájaro fascinante por el comportamiento de retorcer el cuello cuando se siente amenazada, comportamiento éste que le brinda el acertado nombre.


Como decía, pertenece a los pícidos, aunque carece de ciertos rasgos de este grupo de aves, como las plumas rectrices de la cola adaptadas a trepar árboles. Se alimenta en el suelo, buscando hormigueros dónde extrae a sus huéspedes con su larga y fina lengua.


La gran oportunidad de observar a diversos ejemplares de esta especie que se han establecido estas semanas en el Parque de los Jesuitas no ha sido lo único destacado. Comienzan ya a recalar aves de paso en estos arbolados jardines e incluso las primeras invernantes. Entre ellos, los más numerosos son en estos momentos los Papamoscas cerrojillo que aprovechan la oportunidad para alimentarse de dípteros entre la fina lluvia. Seguidos también por buenos números de páridos como Carbonero garrapinos  y fringílidos como el Pinzón vulgar y numerosas concentraciones de Pardillo común.




Junto a todos ellos quizá uno de los pájaros que más pase desapercibido por su tamaño y costumbres, así como su color, sea el Agateador común. Pájaro nidificante en el parque, en esta ocasión uno de los ejemplares observados lucía una anilla metálica cuya lectura completa fue imposible.


Otro de los pájaros  quizá más bellos e impresionantes por su anatomía sea el Picogordo. Éste ha pasado de ser un ave de paso e invernante a conseguir reproducirse en los últimos años en una zona cercana al parque.
Capaz de partir las semillas más duras como huesos de cerezas con su fuerte pico es el titán del orden de los Fríngilidos junto con los Piquituertos.


Quizá una de las  numerosas urracas que habitan en el enclave, quiera imitarle probando suerte con una gran nuez proveniente seguramente de alguno de los nogales del parque.


Y como el asunto va de imitaciones, este Papamoscas cerrojillo no iba a ser menos en su peculiar imitación a un Agateador común.


Por último, quisiera despedir este breve resumen de las aves observadas en el Parque de los Jesuitas en estas últimas semanas manifestando el valor natural y social de los parques y riberas que nos encontramos a la vuelta de la esquina de casa repletos de miradas tan bellas como la de este bonito Torcecuellos.




14 septiembre 2015

SI PUDIERAN CONTARNOS...

Como habréis podido observar en las anteriores entradas de este espacio, habíamos entrado en una serie de historias protagonizadas por un grupo genérico de diferentes aves, que denominamos las aves viajeras,  aves migrantes, aves de paso que recorren largas distancias en sus vuelos pre y post nupciales. Hoy, en esta entrada, ponemos punto y final a esta serie pero no a estas hermosas y ágiles aves que tantos momentos brindan a los que de una forma u otra los buscamos en nuestras salidas al campo y que protagonizarán más entradas en este espacio.

Si pudieran contarnos, si pudieran decirnos cuanto han viajado esas recias alas recubiertas de fina y algodonosa pluma, si pudieran contarnos cuanto han visto sus negros ojos en esos largos viajes, estoy seguro que nos quedaríamos fascinados. Pues bien, ¿y si pudieran contarnos?

Comienza un nuevo día, un nuevo amanecer que con sus débiles pero cálidos rayos va calentando las aguas de este embalse, que tanto hemos mencionado en esta serie, y en numerosas ocasiones en este blog y en otros medios, quizá no las suficientes o quizá no de la forma apropiada para que las instituciones competentes tomen cartas en el asunto y gestionen de una manera correcta la zona.  Comienza la vida de estas aguas, se desperezan las primeras gaviotas reidoras, los primeros bandos de limícolas, y las espátulas. Cuando la luz del sol nos permite ver las sombras que tenemos a escasos metros de distancia, algunas de las aves que se quedan en el mismo lugar descansando o alimentándose, se percatan de nuestra presencia sin que esto les influya pues descansan y se siguen alimentando. Observamos de pronto a un ejemplar de Avefría europea que descansa y da  la alerta a cualquier mínima perturbación en la zona. Y que va a ser el hilo conductor de esta historia contada por pájaros, contada por aves viajeras, una de esas muchas historias que podrían narrarnos.



De pronto, desde el improvisado escondite desde el cuál observamos las especies que comienzan a andar por las orillas y nadar en sus aguas, un nuevo inquilino de este paisaje, de este azud, nos sorprende levantando momentáneamente a todas los limícolas que salen volando velozmente, gracias al estridente grito de alarma de la Avefría. Es un inquilino sigiloso, de plumaje listado, y con una ancha cola, es sin duda alguna, una de nuestras aves rapaces más ágiles. Casi no da tiempo a observarle detenidamente y mucho menos casi a hacerle una foto, pues a toda velocidad recorre la orilla a escasos metros del pequeño resguardo. 


Este juvenil Azor, fue el artífice de tal inolvidable momento, pues aprovechando la poca espesura de árboles que en esta zona encontramos, y las ondulaciones del terreno, modela y perfecciona sus técnicas de caza en estos días en el que menú es abundante.

Foto testimonial del azor juvenil.


Una vez pasado el peligro que para cualquiera de estas avecillas conlleva la rapaz, vuelve a reinar la calma que en estos días ya comienza a ser acompañada por un fuerte viento frío que nos recuerda que el otoño ya está con nosotros. Desconfiados por la presencia fugaz del azor, comienzan a venir de manera muy tímida pero constante nuevos individuos de Andarríos bastardo, Correlimos menudo y Andarríos chico y nuestras Avefrías europeas que contemplan el vuelo de los protagonistas de la segunda parte, de los ibis de Europa, del bando de 13 moritos comunes que sobrevuela en estos momentos el azud buscando una zona donde posarse y descansar.

Interferencias en el hábitat que conllevan a la intranquilidad y posibilidad de alimentarse de muchas aves, en este caso, los moritos. Esto se produce por una mala gestión del espacio, en el que ahora mismo no está acotada la pesca, no existen limitaciones pues algunos vehículos entran hasta la misma orilla, no se dispone de observatorios, etc.


Vuela también la avefría al sobrevolarla los moritos buscando quizá una zona más segura. Allí se encuentra con un nutrido bando de Combatientes, alguna Aguja colinegra y un bonito Archibebe común que descansas en las orillas.


De izda a dcha de la fotografía se observa Combatiente, Archibebe común (patas anaranjadas), Moritos y Combatientes.
(Pincha en la foto para observarla mejor)



Pareja de Archibebes claros a la izda y Andarríos bastardo y Combatiente.
(Pincha en la foto para observarla mejor)

Un bonito Chorlitejo grande en una de las orillas.



Junto a los limícolas y los moritos, se encuentra un bando de espátulas, una de ellas porta anilla amarilla, pero es imposible su lectura.


De pronto, una bella, pequeña, parda achocolatada silueta, una bonita anátida se deja caer en las aguas del azud para maravillarnos una vez más con sus habitantes ocasionales o en paso, como este ejemplar adulto de Porrón pardo.





Junto a todas estas aves de paso, encontramos ya a un buen número de gaviotas reidoras, sombrías y patiamarillas, estas en menor número como es lógico, indicador también de que comienza a llegar el otoño y la estación invernal. Con el vuelo de la Gaviota reidora despedimos esta larga serie de entradas sobre estos grandes atletas cuya pista de entrenamiento son los cielos de medio mundo.






06 septiembre 2015

LOS IBIS DE EUROPA (PARTE II)

¿Tenemos alguna especie de ibis salvaje que habite nuestro continente? ¿No son los ibis, únicos del continente africano, americano y asiático? Pues no sólo en los llanos venezolanos se observan rojos Ibis escarlata o corocoros, no sólo en las bastas sabanas africanas se observan los Ibis sagrados. En Europa contamos con una especie silvestre de la familia de los ibis, de colores menos llamativos que el rojo carmín del Ibis escarlata. Es este un ave accidental, una rareza en el centro y la mitad norte peninsular, no siendo así en el sur, dónde en Doñana existe la mayor colonia de cría de España.  Nos referimos al raro pero a la vez llamativo Morito común (Plegadis falcinellus). 

Son estas aves viajeras, sin tener relación con la familia de las limícolas, con sus adaptaciones morfológicas que les dotan de una manera similar de alimentarse a citada familia, y muy similar a todas las demás aves de su propia familia, las zancudas. Sus rasgos, si observamos al ave desde lejos luce un plumaje oscuro, prácticamente negro, en el que el pico largo y curvo hacia abajo se hace patente. Si observamos al ave veremos que el oscuro plumaje en realidad muestra unas bonitas irisaciones dependiendo de la incidencia de los rayos del sol, y así los brillos pueden ser morados y verdosos.

Grupo de 4 ejemplares.



Como decía, no son nada comunes en esta zona de nuestra península, y en Salamanca sólo se recogen otras tres citas, dos de ellas producidas en el Azud de Riolobos, protagonizadas por un único ejemplar en los citados casos. En este mes de Agosto y los inicios de Septiembre, se conoce un aumento del número de citas así como el de ejemplares que nos visitan. En estos dos meses, se han registrado primeramente un grupo de 2 moritos comunes el día 27/08 aumentando la cifra paulatinamente hasta 4 individuos el día 29/08, 13 ejemplares el día 1/09 y  un total de 16 el día 2/09 que a día de hoy continúan en el Azud de Riolobos, lugar dónde se han tenido todos estos registros de dicha rareza local. El mismo día se localiza un total de otros 9 individuos más en otro punto  de la provincia salmantina, de un total de un grupo compuesto por 20 individuos.


 13 individuos (1/09)


A menudo se asocian con garzas, y en estas fotografías con un bando mixto de agujas colinegras y combatientes.



Dos individuos en vuelo.


Morito alimentándose en busca de ortópteros, al fondo descasan dos espátulas.


Bando mixto de limicolas (combatientes y agujas entre otros) con tres moritos comunes.


Si la observación del único ibis silvestre que se da de forma natural en Europa en un lugar atípico para la especie no es digno para realizar una gestión digna y constante de este lugar rico en biodiversidad pero pobre en  agua, el que esto escribe no se imagina que tendrá que venir y recalar en el azud para que las administraciones competentes hagan su trabajo y se dignen al menos, a mantener la lámina haciendo llenados parciales año tras año.

Junto a estos bellos moritos, junto a tantos y tantos limícolas, anátidas, tuve el placer y la oportunidad de ver a una de las rapaces ibéricas cuya adaptación ha permitido quizá ser una de las rapaces más bellas, pero también más impresionantes por la forma de capturar la alimentación de la que se nutre. No es el rápido y fugaz Halcón peregrino, del cuál también se han localizado dos ejemplares cazando en las orillas de este lugar. Su mirada de ojos amarillos cubierta por un antifaz pardo, su pico ganchudo, su cresta de bellas y blancas plumas y sus puntiagudas y curvadas garras, le dan un aire algo fantasmagórico a la bella Águila Pescadora.


En las dos fotografías en vuelo se observa la captura de una carpa entre sus garras.




Una vez conseguido el desayuno, es hora del reposo.


Para despedir esta segunda parte de las aves viajeras pues tanto los moritos como la pescadora son viajeros de altos vuelos, os dejo con un gran bando de aves viajeras. Hasta la próxima entrega de las aves viajeras!!



04 septiembre 2015

UN DESTINO DE NÓMADAS (PARTE I)

Quizá el lugar del que estamos tratando últimamente en este espacio se convierta en un tema repetitivo, pero es tanto lo que estas tierras y aguas esconden en su interior que no solo por la cantidad de especies sino también de momentos que se observan y que se  viven en lugares como éste, que difícilmente se llega a comprender, en unas pocas entradas, el significado que tienen estos lugares, no solo para la fauna, si no también para el ser humano.  

Es sin duda alguna, un refugio, un destino, una parada en el rumbo de unos nómadas. Unos nómadas que se mueven por medio mundo, que se mueven a lo largo y ancho de miles y miles de kilómetros, que mediante su fuerte y rápido batir de alas recorren las largas travesías que conforman sus vuelos migratorios desde la fría tundra del norte de Europa hasta las cálidas lagunas africanas y que de manera muy acertada, Félix Rodríguez de la Fuente tituló como "Las aves viajeras" en uno de sus afamados capítulos de "El hombre y la Tierra".   

La rasa, desarbolada y continua llanura cerealista esconde en su interior el destino del viaje de muchos de estos infatigables viajeros. Esconde el sustento de ejemplares de muy diversas especies que muchas veces llegan exhaustos y necesitan una zona de descanso y de alimentación para recuperar esas fuerzas gastadas en días enteros surcando las largas distancias. 

Volvemos al Azud de Riolobos, una vez más, siguiendo las rutas de estos nómadas, de estas aves, podríamos decir que sin una casa fija a lo largo del año, que reposan por unos días o incluso unas horas en este lugar de nuestra geografía. Quizá eclipsados por la noticia de los flamencos comunes, durante  estas semanas, este paisaje ha albergado un número de diferentes especies bastante importantes en lo que se refiere al paso post nupcial que tiene lugar en estos meses. Pero no trato simplemente de hacer un resumen de  lo que he observado en días atrás en este enclave, si no de dar a conocer a estos grupos de aves y la riqueza que a unos 30 km de la capital tenemos el lujo de disfrutar y la obligación de conservar para generaciones venideras. 


Comenzamos por conocer a un orden de este grupo de aves viajeras, que son las aves limícolas. Las limícolas son aves que se alimentan de pequeños micro invertebrados en las orillas y en los limos de los cursos fluviales, marismas, lagunas y playas. Son aves cuya anatomía, en miles de años de evolución, se ha adaptado de manera muy precisa a las dependencias alimenticias de estas especies.  Unos rasgos muy característicos de este orden son sus patas y picos largos y finos. Es decir, cada limícola se alimenta de una manera y en un lugar preciso, no sucediendo así competencias  entre las diversas especies. Digamos que esa adaptación evolutiva, nos permite hoy clasificarlos por estratos para diferenciarlos de manera más fácil. 

Así pues encontramos de menor a mayor profundidad de las aguas a los siguientes limícolas de las que  simplemente cito algunos rasgos y especies. En las orillas y aguas poco profundas encontramos a las diferentes especies de Chorlitejo, cuyas adaptaciones morfológicas no les permiten alimentarse en zonas profundas al lucir un pico corto, un cuerpo compacto y pequeño y unas  patas relativamente cortas para los limícolas. Junto a ellos podemos encontrar alguna especie de Correlimos cuyo pico más largo permite acceder a zonas algo más profundas. Un poquito más allá encontramos a diversos Andarríos y Archibebes y en las zonas más profundas encontramos a las Agujas, Zarapitos y otros limícolas.  En el siguiente dibujo queda reflejado de una manera más clara.






Una vez explicado muy brevemente y muy por encima como diferenciar de manera muy básica a los limícolas o al menos como acotar a ciertas especies dependiendo de las formas anatómicas del ejemplar, vamos ahora a observar a algunas especies en fotografías, fijándonos en sus adaptaciones morfológicas.

El primero de todos ellos es este bando de Archibebes comunes, en el que observamos un ave de tamaño medio, que luce un tono anaranjado rojizo en las patas y en la parte superior del pico. Vemos una característica del plumaje muy importante para diferenciar a este limícola, que es sin duda alguna el ancho borde blanco alar que destaca junto al blanco y apreciable obispillo en forma puntiaguda en su espalda. Es por tanto un ave que se observa en las orillas de no más de 20 cm al no poseer de largas patas y tener un pico grueso y recto.


Vean como pese a la distancia y la mala luz se observan los blancos y anchos bordes alares y el obispillo muy marcado.


En estas semanas, se ha podido constatar el aumento, confirmándose un máximo de un bando de más de 20 ejemplares en el azud.

Pasamos ahora a otro archibebe, menos común que el anterior, llamado el Archibebe claro. Éste es de complexión más esbelta y de mayor tamaño, con un pico más largo y ligeramente curvado hacia arriba. Las patas son grisáceas verdosas y no anaranjadas como en el anterior. Sigue luciendo un obispillo blanco en la espalda pero carece de las anchos bordes blancos alares de su primo anteriormente citado.


Imagen en vuelo y posados de Archibebe claro (Tringa nebularia)



Esta pareja se observó en compañía de otros limícolas en el azud de Riolobos la semana pasada.


Continuamos ahora con otro habitante de las orillas y las aguas muy poco profundas. Es el Andarríos chico,  un pequeño limícola que  se caracteriza por tener unas patas cortas y lucir la zona ventral blanca delimitada del pecho por una pequeña franja blanca. Además es muy frecuente observarle basculando de arriba a abajo con todo su cuerpo mientras se desplaza andando por las orillas. Muy abundante en las orillas del Azud con máximos que superan los  40 ejemplares.

Andarríos chico (Actitis hypoleucos)



Pareja de Andarríos chico (Actitis hypoleucos)




De tamaño mayor que todos los anteriores, el Combatiente luce diversos plumajes pues en época nupcial, cuando está intentando llamar la atención de las hembras, su plumaje se transforma luciendo una cresta y una gorguera de muy diversas tonalidades.  En esta época del año, su plumaje es menos llamativo pero como por ejemplo en el ejemplar de la fotografía se observa aún los restos del plumaje  nupcial negro en la zona ventral. De patas más largas y pico mediano lo encontramos junto con avocetas y cigüeñuelas en orillas de profundidad media y escasa.
Desde primeros de Agosto nos visitan bandos de combatientes de forma regular, teniendo un número medio que oscila entre unos 15 y 30 individuos.

Combatiente (Phylomachus pugnax)





De uno de tamaño mediano como era el combatiente, pasamos a quizá uno de los géneros (Calidris) más finos y estilizados que la evolución ha creado mediante la adaptación de la anatomía. Vemos aquí a tres pequeñas filigranas,a tres pequeñas esculturas vivientes, muy bellas y casi me atrevería a  decir que frágiles avecillas.
En la primera fotografía, observamos a un correlimos zarapitín, de tamaño algo mayor al correlimos común, pero cuyo pico es ligeramente más fino y curvado hacia abajo. Las patas más largas y en el plumaje invernal en el que observamos a este ejemplar destaca la terminación de la ceja de un color más blanco y una coloración gris pálido. Ejemplares solitarios asociados a bandos de correlimos común.

Correlimos zarapitín (Calidris ferruginea)





Los correlimos comunes, de tonalidad más parduzca y con una gran mancha negra en la zona ventral son en invierno de colores grisáceos  pero se diferencian en tamaño y forma del pico, entre otros aspectos, del zarapitín.

Aquí observamos a un bando en vuelo de correlimos común y zarapitín, para diferenciarlos en la foto podemos ver las manchas oscuras ventrales de los comunes y el plumaje rojizo de los zarapitines.
(Foto de archivo realizada en el Azud de Riolobos hace dos años)


Bando de correlimos común, con mancha negra ventral.

Aquí podemos ver tres especies, correlimos comunes, (los de tamaño medio), correlimos zarapitín (los tres más grandes) y el correlimos menudo a la cabeza del grupo. (Foto de archivo realizada en Riolobos hace dos años)




Y  por último, en estas tres joyas diminutas, contamos con uno de los más diminutos de los límicolas, que es el correlimos menudo. Este ejemplar joven, luce unas patas oscuras, con una frente pálida y una ceja blanca hendida. En la espalda luce unas destacadas líneas blancas. Dos ejemplares observados en las últimas semanas.

Correlimos menudo (Calidris minuta)



Una vez conocidos algunos de los pequeños y medianos límicolas frecuentes en estos días por el Azud de Riolobos, vamos a centrarnos ahora en otro tipo de límicolas que se han citado allí durante este paso post nupcial y que son claramente distintas a los hasta ahora protagonistas de esta entrada. Vamos a comenzar por dos bellas, gráciles, estilizadas y "altas" especies. La primera protagonista, es la Cigüeñuela común, inconfundible con su bonito plumaje blanquinegro y su largo pico negro y patas extremadamente largas y rojas. Fijándonos en la mancha negra que tienen en la cabeza podemos saber si es hembra o macho, dependiendo de la abundancia de negro en la zona del píleo.


Cigüeñuela común (Himantopus himantopus)




Observado un único ejemplar juvenil a mediados del mes de agosto.



También con plumaje blanquinegro pero con las patas de un tono azulado, y con el característico pico curvado hacia arriba nos encontramos a la Avoceta común, característica esta última útil para su reconocimiento y que le brinda el nombre científico a a la especie.

Avoceta común (Recurvirostra avossetta)


Con un bando de 17 individuos es el único registro de esta especie en este mes de Agosto.


Otro límicola que nos visita en estos días, es la aguja colinegra, cuyo largo y recto pico y sus largas patas le brindan una comodidad para alimentarse en zonas medias y profundas. De coloraciones pardas rojizas, destaca la mancha alar blanca y la terminación oscura de la cola que le da su nombre.  La volveremos a ver un poquito más adelante en un bando conjunto con otras bellas aves y atípicas en estas tierras en la entrada siguiente. 
Los registros y observaciones de este ave han aumentado en las últimas semanas, asentándose un grupo de más de 40 agujas.

Aguja colinegra (Limosa limosa)



Por último vamos a conocer a otras dos especies en esta nueva serie dedicada a las aves viajeras, en el que hemos comenzado a conocer algunos de los limícolas, algunos de esos nómadas de largas singladuras.

Si hay una ave quizá con un nombre bien puesto, esa sea la Agachadiza común, pues para pasar desapercibida de los depredadores tiene una estrategia que se basa en pegarse contra el suelo hasta parecer una piedra gracias a su plumaje críptico. De pico largo es muy habitual verla en zonas de limos y fangos muy húmedos.

Agachadiza común (Gallinago gallinago)


Sus dos líneas en la espalda sirven para diferenciarla claramente de otras especies similares como la Agachadiza chica.


Con buenas concentraciones en zonas de descanso y alimentación, es en esta época muy frecuente en los que se llegan a observar bandos de más de 40 ejemplares.


Por último en esta primera entrada cuyos protagonistas son este orden de aves, vamos a conocer a uno de los más abundantes, de los más habituales en las playas de los ríos, lagunas, embalses e incluso charcas de nuestra geografía peninsular, que es el Chorlitejo chico. Avecilla de pequeño tamaño, con patas muchas veces que parecen desproporcionadas y con un babero negro que adorna su pecho.

Chorlitejo chico (Charadrius dubius)



Desde aquí quisiera añadir algo más a esta pequeña clase teórico- práctica de este grupo de aves, sin la cuál no tendría sentido dicha clase.  Añadir que el Azud de Riolobos es un refugio, una parada obligada, un enclave transformado y moldeado por la mano del hombre, un enclave que como el mismo hombre nómada del paleolítico que recogía los  frutos  silvestres de las plantas y que cazaba para subsistir, lleva grabado en sus aguas y sus tierras las idas y venidas de tantas y tantas aves que se reproducen en el norte de Europa y migran junto con los polluelos del año hasta estas latitudes. El Azud de Riolobos es por tanto esa tierra llana, agostada por los calores del verano, y yerma y helada en los fríos meses del crudo invierno, que proporciona a estas fuertes pero a la vez frágiles aves la  posibilidad de un importantisimo  alto en el camino para que podamos seguir contando la historia de estos nómadas siempre y cuando seamos capaces de conservar y de gestionar correctamente lo que aún tenemos la suerte de contemplar a escasos kilómetros de la ciudad bajo el bonito amanecer de un día otoñal. Quiero también decir que sin ninguna gestión realizada por parte de la administración y entidades competentes, enclaves como éste, siguen ofreciendo tanta diversidad y vida aún cuando no dejan de ser un somero y estancado charco, en el que la pesca no está acotada, en el que se produce entrada con vehículos en el interior del embalse, en el que no se aporta ningún llenado de agua y en el que las carpas capturadas por los aficionados a la pesca, perecen por falta de oxigenación y de la enorme cantidad de basura que se encuentra en sus fangos. Reclamar por tanto, que todos y cada uno de nosotros, hombres que venimos de unos antecesores nómadas, aportemos nuestro granito de arena o mejor dicho de agua, para que en los ya otoñales (meteorológicamente hablando) días sigamos siendo testigos de los turistas viajeros alados que nos visitan bajo los rojos e intensos anocheceres de los últimos días del estío.