30 agosto 2015

UNA HISTORIA TRISTE

Aunque el título no augure de por sí solo nada bueno, la historia que acontece es protagonizada en parte, de nuevo por los mismos accidentales protagonistas de la entrada anterior, el grupo de flamencos comunes que había acudido al Azud de Riolobos a descansar y alimentarse.
 En esta historia, como en otras muchas historias tristes nos encontramos con un protagonista ( en este caso los flamencos) y un antagonista (que por desgracia suele tener muy a menudo al mismo personaje, el ser humano, ya sea con una acción directa o indirecta sobre el primero).

Esta semana, tuve la grata sorpresa de observar el grupo constituido por 18 jóvenes flamencos comunes, cuya historia, realmente triste vamos a conocer más a fondo. Nos remontamos a un par de meses atrás, en un grande, salino y bello humedal del sur de España, situado en Málaga llamada la Laguna de Fuente de Piedra.
Es primavera, pero aquí el color de la primavera no es el de las verdes hojas, ni el de las bellas y multicolores flores, es también rosa. Nubes y extensiones de bello color rosado pueblan las salinas aguas y los claros y soleados cielos. Son decenas, cientos e incluso miles de Flamencos adultos que se reproducen en este humedal, siendo la mayor colonia de esta especie en España. Aquí los ejemplares construyen sus curiosos nidos y se dedican al cuidado de su progenie. que en unos días se agruparán en pequeñas guarderías al cuidado de algunos adultos y es cuando el color rosado cambia por el tono grisáceo de los juveniles y pollos hasta que pronto y pasado su completo desarrollo en la colonia, se agrupen y marchen en sus movimientos dispersivos. Abandonan la seca y agostada salina para dirigirse en busca de zonas más prósperas, húmedas y ricas en alimento. En su primer viaje se expondrán a serios peligros y conocerán los lugares más prósperos para la especie a los que poder acudir durante su longevidad.



Justo antes de agruparse en un bando de 18 ejemplares son capturados para su anillamiento, que nos permitirá saber, como se ha puesto de manifiesto, las andanzas de los ejemplares y del grupo en su dispersión. Acto seguido al anillamiento, los flamencos se vuelven a reagrupar y emprenden el primer vuelo. Conocen los alrededores de la seca laguna y llevados por el instinto de la migración vuelan hasta algún otro humedal no muy lejano.  Pongamos por ejemplo que su primer gran vuelo, los lleva a 17 de ellos, de los cuáles dos portan anillas de PVC y metálicas a recorrer en un par de días los más de 300 km que separan en línea recta la laguna de Fuente de Piedra de la Laguna de Navaseca, muy cercana a las Tablas de Daimiel, lugar habitual de asentamiento de estas aves.  Llegan por fin a esta laguna dónde descansan y se alimentan junto a otros congéneres y especies y una vez repuestas las fuerzas marchan de nuevo en busca de una zona dónde haya más sustento, y quizá mayor tranquilidad. Pero no lo hacen ya 17, si no 18 flamencos, todos ellos juveniles, en el que ahora el nuevo integrante del grupo también luce unas anillas en sus aún grisáceas tibias. que nos indica que es de una colonia algo más alejada que Fuente de Piedra llamada las Marismas del Odiel.
Emprenden pues su nuevo vuelo,  quizá parando en algún otro lugar, en algún otro rincón secreto por la zona de Extemadura hasta llegar un buen día a lo que parece un oasis, a lo que parece el paraíso para llenar bien el buche y estar unos cuantos días reponiendo fuerzas, un paraíso que como todos ellos, suelen esconder en él muchos peligros. Llegan a lo que en una época pasada fue un verdadero paraíso para la ornitofauna en el interior peninsular, llegan al Azud de Riolobos.



Se concentran en la tranquilidad de las aguas junto a un pequeño bando de 4 espátulas comunes, y algunas anátidas y limicolas. Se alimentan y descansan, por ahora los 18 jóvenes flamencos permanecen juntos.
Durante los tres días siguientes ya sólo se observan 13 ejemplares y uno de ellos permanece inmóvil en el agua el día 26. Al observar el estado de dicho ejemplar, los compañeros acceden al interior para rescatarlo y transportarlo al CRAS de las Dunas. Durante la noche, el ejemplar muere y se observa que ha sido depredado por un mustélido pues tiene mordiscos en diversas partes del cuerpo, en especial en el cuello. Las huellas encontradas en la zona, hace pensar que se trate de un visón americano, que aprovechó la debilidad ,que muestran estos ejemplares, por algún motivo (veneno, intoxicación o enfermedad del ejemplar) para depredar sobre el.

Primer ejemplar herido (mordiscos en el cuello) 



Al día siguiente, se observan los flamencos en la misma zona, sin prestar mucha atención a las molestias producidas por el  tránsito de coches y pescadores que se posicionan en las orillas cercanas. Pero sólo se observan 3 y uno de ellos es encontrado andando con dificultad por la carretera circundante al embalse. Acto seguido es capturado y llevado a las Dunas. No se aprecian heridas, pero si una falta de descordinacción en los movimientos del ejemplar.

Segundo ejemplar recogido



Durante los días restantes se observa un único ejemplar, que se muestra débil y solitario en el azud. Hasta el día 29 ya con los último rayos del sol, en el que bajo el tendido eléctrico que recorre paralelo la carretera circundante en la orilla izquierda, encuentro 4 ejemplares fallecidos  por la colisión con los cables eléctricos (tipo de mortalidad frecuente en estas aves).
 Al día siguiente, hoy, son transportados por la guardería hasta las Dunas. Ninguno de los ejemplares transportados a las Dunas muestra anilla alguna.




Ahora sólo nos queda averiguar cuál es el factor por el cuál los flamencos muestran ese grado de debilidad, y por que 5 de ellos han o bien perecido por causa natural, por causa humana (tendido), puede que su inexperiencia al tratarse de ejemplares jóvenes, puede que alguna enfermedad haya llevado a estos individuos a acabar sus pocos meses de vida en estas tierras tan atípicas para ellos, que son las tierras castellanas y que tan mala fortuna les ha traído.





26 agosto 2015

SORPRESAS DEL PASO POST NUPCIAL

En estas últimas semanas, en las que las condiciones meteorológicas han fluctuado, recibiendo las primeras lluvias y tormentas de verano y con bajadas notables de temperatura, me he acercado al Azud de Riolobos que ya ha sido anteriormente protagonista de algunas entradas de este espacio. 

Este pequeño embalse, diseñado para el almacenamiento de agua con el que abastecer los cultivos de regadío colindantes, es hoy día, pese a la decadencia propia del lugar debido al mal uso y mantenimiento del mismo  (no recibe ningún aporte de agua desde hace más de un año) un paraíso para un buen número de especies, ya sean sedentarias o migratorias que en sus largas singladuras y viajes de miles de kilómetros descansan en un pequeño embalse, rodeado por un mar seco, por el mar de campos, que en estas fechas es prácticamente un desierto.  

En este campo raso, cosechado, aparentemente sin vida, existen pequeños oasis de vida, dónde se establecen por unos días o incluso horas, ciertas especies en busca del preciado alimento que encuentran cerca de los últimos resquicios húmedos y con pequeñas láminas de agua que quedan aún en el Azud de Riolobos. Es pues, en estos lugares, dónde encontramos una biodiversidad mucho más alta que en los secos alrededores. 
Entre todas las especies que podríamos observar en estos verdaderos oasis, hay un orden de aves, las aves limícolas por las que en estas fechas, sentimos un interés mayor, pues su observación y censo nos muestra, entre otros aspectos, como está siendo el paso post nupcial de estos viajeros.  Para los lectores que se pregunten que son las aves limícolas son aves de pequeño y mediano tamaño que buscan su sustento en los limos de las orillas, mediante una compleja y fina, incluso parece que frágil anatomía con largos tarsos y delgados picos, muchos de ellos con formas especificas dependiendo del alimento del que dependan. 

Sin entrar más profundamente en la vida de estas aves, las observaciones más destacadas en dos días diferentes  a los que acudí al lugar son las siguientes. Nada más llegar, la primera sorpresa alada la protagonizó una juvenil y  bella Garza imperial (Ardea purpurea), cita de interés para la provincia salmantina pues la reproducción de la especie aún no es segura. En este enclave, el Azud de Riolobos, se han constatado diversas citas de ejemplares, sobre todo en migración. 




Este ejemplar joven, permanece en el lugar desde el 23/08/2015, seguramente asociado a la gran cantidad de sustento que encuentra en las aguas.


Junto a ella encontramos algún limícola, como el Andarríos chico de la foto superior y un buen número de Agachadiza común, sobre todo el 23/08/2015 en el que más de 40 aves se alimentaban en la zona junto a cifras menos llamativas de Andarríos chico, Andarríos grande y Andarríos bastardo, algún Archibebe común, Combatiente y un nutrido grupo de Avefría europea con más de 50 individuos. Un pequeño bando de 5 Correlimos comunes, en el que un pequeño Correlimos menudo intentaba pasar desapercibido sin tener en cuenta su desventaja física. 



Correlimos común a la dcha y Correlimos menudo a la izda.



Grupo de Combatientes y dos Andarríos bastardo (los dos de la izda)

Un juvenil de Cigüeñuela común se alimentaba en las orillas de los numerosos insectos.


Combatiente y tres Andarríos bastardos. 


Bando de Archibebe común



Pero aún la gran sorpresa, inesperada, pues es una especie accidental en estas latitudes, la constituyó un bando de 18 jóvenes flamencos comunes que descansaban y que se mostraban demasiado tranquilos y habituados a la presencia humana pues se alimentaban sin prestar atención a los coches y pescadores cercanos. Tres de ellos portaban anillas de PVC y metálica de color blanco con códigos alfa numéricos negros.


Aún sin confirmar por la Estación Biológica de Doñana, es casi seguro, gracias a los proyectos de anillamiento de flamencos con ese tipo de códigos que pertenezcan al proyecto llevado a cabo en la laguna de Fuente de Piedra en Málaga durante esta temporada ya que todos los ejemplares son jóvenes del año y códigos idénticos pero de menor numeración se han utilizado en ese lugar en temporadas anteriores para el marcaje de los pollos en dicha colonia de cría.




Después de saber la procedencia de estas aves totalmente accidentales en la provincia y comunidad autónoma, pues en toda la provincia sólo se tiene registro de 4 citas reflejadas en los anuarios publicados por el grupo local Seo-Salamanca, nos damos cuenta que pese al decadente estado del azud, aún la naturaleza agradece este pequeño gran oasis  con observaciones como estas.

De los 4 registros que se tiene de esta especie en la provincia, solamente uno se ha producido en el Azud de Riolobos, de un único ejemplar en un bando de Espátulas comunes en el año 2005.





Pero aún nos quedan algunas citas no menos importantes e interesantes que la de nuestros amigos los flamencos. Junto a ellos, un pequeño grupo compuesto por 4 Espátulas comunes y 6 Garcetas comunes sobrevolaban la zona.




Durante la observación y lectura de las anillas de los flamencos, dos enormes bandos de Cigüeña blanca en migración con algún  Milano negro agregado a las zancudas. Aproximadamente cada bando contaba con más de 200 individuos.






Por último y para poner más interés en estas dos jornadas, dos bellas Águilas culebreras (un adulto y el joven del  año) y un Aguilucho cenizo melánico despidieron hasta una nueva jornada, las incesantes e importantes observaciones que nos brinda el recién llegado paso post nupcial.


El ejemplar joven del año, mucho más blanco en la zona ventral y el pecho y el adulto que se observa que había depredado un gran ofidio debido al enorme buche que muestra, luce un plumaje más oscuro. Observen como la evolución ha dotado a las diversas especies de largos picos y zancos como los límicolas, de alas fuertes y grandes como las cigüeñas que les permiten volar grandes distancias planeando y como las calzas de las patas del Águila Culebrera están desnudos de plumas para evitar daños de los ofidios.







Con el despegue de esta bella, grande y migratoria rapaz nos despedimos hasta nuevas jornadas repletas de sorpresas.


22 agosto 2015

ALAS DE REINA (3ª PARTE DE LA SERIE "LA SELVA MEDITERRÁNEA")

Después de un pequeño descanso a la sombra del tupido follaje del bosque ribereño, continuamos nuestro recorrido dejando atrás los grandes picachos, las grandes formaciones rocosas, dónde los buitres leonados y los alimoches habían colocado sus nidos. El paisaje se va tornando en una serie de pequeños montes ondulados repletos de bosque mediterráneo en el que además de los alcornoques y las encinas, nos encontramos con pequeños corros de Pino piñonero con sus copas anchas y globosas. Entre las copas, un gran tendido eléctrico ofrece peligrosos posaderos para una preciosa águila culebrera. 



El tendido desaparece al cabo de unos metros y nos encontramos de nuevo en pleno bosque mediterráneo, tupido, cerrado, inexpugnable en el que de pronto nos encontramos con la joya alada de las rapaces ibéricas, con una auténtica reina de nuestros cielos que porta una especial corona en sus hombros. Una de las aves rapaces más escasas de nuestra avifauna, el águila imperial ibérica nos deleita con sus vuelos territoriales, con su llegada al nido y hasta con una cópula, a través de las lentes del telescopio desde el otro lado del río.  (Fotos de archivo realizadas en el parque nacional de Monfragüe) 


Es esta especie, con algo más de 200 parejas un verdadero tesoro a conservar y aún son muchas, aún son demasiadas las águilas imperiales, como otras muchas especies, las que son envenenadas, tiroteadas, o se topan con los cables de peligrosos tendidos eléctricos en nuestros campos, aún son muchos los ejemplares que acaban muertos en nuestros territorios por causas no naturales, por causas producidas por la mano del hombre.
Volvemos a admirar la silueta de la preciosa rapaz, con sus características manchas blancas a lo largo de los hombros, que como si fueran la corona que indica que es la reina del bosque mediterráneo, destaca sobre el marrón oscuro del resto de su cuerpo. Reclama desde las alturas su territorio con su típico "ladrido", expulsa a cualquier otro intruso de sus dominios y aparece y desaparece de delante de nuestros ojos con bellos picados.










Esta preciosa y endémica especie nos despide esta larga serie de la selva mediterránea adentrándose en su nido dónde con suerte durante toda la primavera y verano un fuerte y precioso aguilucho saldrá adelante con el esfuerzo y el cuidado de los adultos, en un viejo alcornoque con las últimas luces de la tarde.


11 agosto 2015

LA SELVA MEDITERRÁNEA (PARTE 2)

Continuación de la anterior entrada, en la que habíamos sido testigos de la vida salvaje que habita, en un día primaveral, el tupido bosque mediterráneo; nos acercábamos poco a poco, entre un abrigo de alcornoques y encinas centenarias a los diferentes cortados rocosos que encajonaban a un bello y calmado río.  
Empezaban los buitres leonados a mirarnos desde sus inexpugnables nidos en los roquedos y desde los picachos, dónde cada vez había menor número de éstos, por que se habían lanzado al espacio, al claro azul cielo en busca del "desayuno", muchas veces a cientos de kilómetros, que les proporciona una res o un animal salvaje muerto. 
Los observamos con su gran envergadura tomando altura, subiendo y subiendo hacia el cielo azul hasta no ser más que una lejana silueta. Uno a uno van desapareciendo de las cumbres de los roquedos, de los farallones y es entonces cuando observamos la vida rupícola, especies que usan la seguridad y tranquilidad de los altos cortados rocosos para reproducirse entre sus grietas y cuevas y que nosotros en todo momento observábamos a una prudente distancia, en el cauce contrario del río. 


Debido al largo período de incubación y desarrollo de un pollo de buitre, nos encontramos a las parejas en diversas etapas de la reproducción, algunos incubando huevos o polluelos pequeños, otros nidos en los que el pollo se encuentra ya solo, y otras parejas que aún están aportando material a la plataforma.



Los últimos ejemplares que aún se encontraban volando relativamente bajo, se agruparon con algunos ejemplares de buitre negro, el gran monarca de los cielos con su enorme envergadura, situación esta que permitió fotografiarlos en vuelo juntos y por tanto ver las diferencias morfológicas entre ambas especies.



Observando el cielo en busca de siluetas diferentes a las de los grandes buitres leonados y negros, pronto una silueta parecida en la forma pero distinta en tamaño y tonalidades se recortó en las alturas. Un blanquinegro Alimoche seguía de cerca a las grandes necrófagas y en pocos segundos pasó por encima de nosotros, perdiéndolo de vista rápidamente.


Revisando el horizonte de una zona más agreste, una de las más bellas águilas de nuestra avifauna, campeaba en busca de alguna presa que llevar a su secreto nido en alguna apartada grieta o cárcava. Muy a lo lejos, sólo se pudo obtener una foto testimonial de este bello adulto de Águila perdicera.


Dejamos de mirar el adornado cielo, con las grandes y bellas aves rapaces, al que volveremos más adelante, por que nos acercamos a la orilla del río, en el que un pequeño bosque de ribera compuesto por fresnos, algún chopo, aliso y algún saúco, mitiga los estragos del calor. Es aquí, donde nos centramos en buscar la fauna entre la bella y verde vegetación.  Entre las ramas de un tupido fresno, casi en completa oscuridad y totalmente inmóvil, puesto que es un ave crepuscular, sorprendemos a un bello martinete, pequeña garza de tonos grisáceos.


Junto a diversos pájaros de soto  ribereño como el cuco y el martín pescador, la rapaz con la que comenzamos este recorrido, el milano negro, pone un punto y seguido hasta la siguiente y última entrada de esta serie, ofreciéndonos la belleza de su técnica de caza sobre un pequeño pececillo que con una gran precisión y rapidez es capturado de las calmadas aguas. Observen como en la secuencia de fotos, en primer lugar el milano rastrea, campea la zona de caza, en este caso el agua, en busca de un pez moribundo o un pez que en ese momento sube a alimentarse de algún mosquito a la superficie. En ese momento, mediante el giro de su ahorquillada cola, que como vimos en la anterior entrada el milano real usó para capturar al reptil , se deja caer plegando las alas en un corto picado para segundos antes de llegar a capturar al pez adoptar la postura planeando levemente con sus alas y con las calzas y garras por delante. Una vez capturado el pez, lo agarra con una de sus garras y con una increíble habilidad se lo lleva hasta el pico. Terminada la captura y una vez engullido el pez, en la última foto de la secuencia se ve claramente como usa la membrana nictitante de sus ojos para eliminar cualquier impureza, cualquier escama, polvo o gota de agua que haya podido entrar en sus ojos.










Con las acrobacias de este  protagonista estival, el milano negro, seguiremos descubriendo en la tercera parte a los pequeños habitantes estivales y a dos de nuestras joyas aladas de las rapaces ibéricas. Como despedida, esta bella instantánea compuesta por dos grandes boeing 747 de nuestros cielos.