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31 octubre 2018

IBICUS

Después de un verano marcado por las intensas temperaturas, marcado por aquellas largas jornadas de cielos despejados, de luz y de sol abrasador que dora las espigas de los campos castellanos, algo ha cambiado. Día a día, la luz y el sol dejan paso a los negros nubarrones de las últimas tormentas del estío. Un buen día, te levantas a la misma hora, levantas la persiana y observas que aún no ha amanecido, y por un instante te sientes confundido. Decides pasear por un parque, cuyos árboles hace escasas semanas constituían una monocroma variedad de verdes. El viento, la escasez de luz y por tanto de temperatura de la que prácticamente no nos hemos percatado, hace que la paleta de colores albergue ocres, dorados, rojizos, castaños. Los árboles se encuentran incluso, y más en años como éste en el que prácticamente no ha existido la estación otoñal, casi desnudos. Los ocres, los castaños y los rojizos tapizan los caminos y vuelan de un lado para otro con los vientos que anuncian la llegada del invierno.

Las nubes encapotan el cielo y ofrecen las necesarias lluvias y las primeras nevadas. Empujadas por el viento, que rola furioso y frío, miles de aves que han criado durante la primavera en el norte de Europa deciden comenzar a juntarse para emprender el gran viaje, la migración. Desde pequeños pájaros de no más de diez gramos de peso hasta aves de varios kilogramos, el cielo se inunda de sus siluetas. Tal debió ser el número de estas bandadas, que causó admiración en nuestros antepasados. 

Las inmensas formaciones de ánsares y de grullas, protagonistas éstas de la narración que nos atiende, fueron y son objeto de interés de numerosas civilizaciones y culturas. Para ello tenemos que retrotraernos a finales del paleolítico, dónde algún antepasado nuestro, sin los prismáticos ni las modernas cámaras ni telescopios ópticos que tenemos en la actualidad, observaba las numerosas concentraciones de aves. Llamado quizá por los constantes trompeteos de las grullas, que podrían formar parte de una buena despensa con la que pasar el crudo invierno, a este antecesor se le ocurrió dejar clara la presencia de esas grandes y zancudas aves. Así, hizo seguramente la primera "fotografía" de las grullas. En una pared de la cueva del Tajo de las Figuras, en el actual municipio de Benalup-Casas Viejas, dejó constancia de la invernada y probablemente incluso de la reproducción de esta especie en la cercana Laguna de la Janda.




Grullas en vuelo




Gansos, Grullas y Cigüeñas reflejados en la pintura rupestre encontrada en el Tajo de las Figuras. Fotografía sacada de internet.

Algo similar sucedió también en otros vestigios rupestres, como los de la Yecla y el Monte Arabí en Murcia que guardan similitud con los de la Cueva de la Vieja de Alpera. En los primeros aparecen diversas representaciones de una grulla volando por encima de toros que se convierten en ciervos. Los estudiosos del arte rupestre creen que el ave representa al gran chamán con penacho de plumas en la cabeza, ya que ambos levitan o caminan sobre las cabezas de los toros, de la misma manera que también aparece representado un arquero en la Cueva de la Vieja.

Otro testimonio de la presencia de esta especie en la Janda, data del siglo IX. Durante esta época, la extensión que ocupaba la Laguna de la Janda, llamada Al-Buhaira era una zona de alto interés para la caza de aves. Por aquel entonces un emir, era un apasionado de la caza de grullas con halcones en el lugar, actividad que quedó reflejada en los pasajes de los historiadores. 



Imágenes de la caza de grulla con halcón mediante cetrería, del Arte de la Cetrería de Federico II


Representación de la caza con halcón y perros en el Palacio da Quinta da Regaleira, Sintra, Portugal.


Numerosas como las grullas que conforman el bando que desciende lentamente hacia la laguna que tengo delante, son las alusiones y simbologías para con esta especie. Historietas, algunas con numerosas falsedades, otras con cierto aire fantástico e incluso cómico leídas desde nuestra perspectiva actual, se han ido trasladando de boca en boca, de generación en generación e incluso de cultura en cultura hasta nuestros días.

Una de estas historias, más bien un cuento o una fábula ha perdurado desde el siglo I a.C, ya fuese de tradición oral o recogido, con sus numerosas modificaciones, en los libros y tratados de diferentes épocas y civilizaciones. "Las Grullas de Ibicus" es una obra que ha perdurado hasta la actualidad, en la que se representa a las grullas como fuente de prudencia, sabiduría y se las dota de un poder para el esclarecimiento y el castigo de los crímenes. En una de las innumerables versiones, comprendida en el "Libro de los Buenos Proverbios Castellanos" del s.XIII, se narra la muerte del poeta griego Ibycus, encarnado en otro nombre, que fue asaltado por unos saqueadores y herido de muerte. Mientras agonizaba y viendo que no había nadie que le socorriese en los alrededores, miró hacia el cielo y observó una bandada de grullas en migración. Antes de morir, les gritó:
O grúas que volades .... e vos quiero que seades testimonios e demandadores de la mía sangre!"
Los ladrones que le oyeron estas palabras se rieron de él. Ya en el mercado de Corinto, uno de los vándalos llegó a ver una bandada de estas aves y exclamó al resto de malhechores "He aquí las grullas de Ibycus, que vinieron a ser oídas". Alguien en el mercado les escuchó y fueron detenidos e interrogados confesando el asesinato.

La muerte de Ibycus ha sido contada por autores de culturas dispares, desde "Les perdrix revelatrices" en la cultura musulmana (en la que se cambia a las grullas por dos perdices), hasta Shakeaspeare, pasando por la balada de F. Schiller, Tolstoi y también se encuentran alusiones realizadas por el religioso agustino de la escuela salmantina, Fray Luis de León, que en uno de sus poemas decía:

"Recoge ya en el seno
el campo su hermosura; el cielo aoja

con luz triste el ameno

verdor, y hoja a hoja

las cimas de los árboles despoja.

Ya Febo inclina el paso

al resplandor Egeo; ya del día

las horas corta escaso;

ya Eolo al mediodía

soplando espesas nubes nos envía;

ya el ave vengadora

del Íbico navega los nublados 

y con voz ronca llora,

y el yugo al cuello atados,

los bueyes van rompiendo los sembrados..."


Son numerosas los poemas que hablan o citan a la grulla, como por ejemplo estos versos del Arcipreste de Hita que constituyen una de las fábulas más conocidas de Esopo:

"El Lobo à la Cabra comíala por merienda,
Atravesósele un hueso, estaba en contienda,
Afogarse quería, demandaba corrienda,
Físicos et Maestros, que quería faser emienda.
Prometió al que lo sacase, tesoros è grand riquesa;

Vino la Grulla, de somo del altesa,
Sácole con el pico el hueso con sotilesa,
El Lobo fincó sano para comer sin perésa.

Dixo la Grulla al Lobo, quel´quisiese pagar,
el Lobo dixo: como? yo non te pudiera tragar, 
el cuello con mis dientes, si quiera apertar?
Pues seate soldada, pues non te quise matar"


Ilustración de la fábula.

Una historia similar a Ibycus, pero cambiando el nombre del protagonista se ha recordado en el pueblo de Artajona (Navarra), mediante la Leyenda de la Cruz de las Grullas. De forma similar, las grullas se han asignado también a la imagen de la muerte en otras culturas, como por ejemplo en la de los esclavos de América. Desde tiempos lejanos, el hombre siempre ha asignado el poder delator y el juicio de crímenes con las aves.  No tan lejano, otro autor, Miguel Delibes, en su obra "Viejas historias de Castilla la Vieja" narra un relato en el que los grajos juzgan, condenan y ejecutan a un criminal.


Mientras tanto sigo observando a las bandadas de grullas que entran al dormidero en una laguna de Salamanca.




Absorto por sus trompeteos, y no sin temor a estar haciendo una narración larga, me viene a la cabeza otra historia igual o más antigua que la de la muerte de Ibycus.  En esta ocasión, los protagonistas son la tribu de los pigmeos que Homero reflejó en "La Iliada",  Plinio en "La Historia Natural"  y también Aristóteles en la que se pone de manifiesto la enemistad con las grullas. Homero compara al ejército troyano con la migración invernal de las grullas en el África, que atacaban desde el aire a los pigmeos (se cree que podrían ser monos). Según este mito, entre el pueblo pigmeo había una mujer llamada Gérana. La diosa Hera, después de no haber sido respetada por Gérana la mandó transformar en grulla. El ave no se movió de la aldea y los pigmeos, molestos por sus trompeteos la intentaron ahuyentar. Desde entonces, cuando las grullas invernan en el sur, se pelean con los pigmeos y presumiblemente pierden la batalla pues vuelven al norte. 


Representación de la guerra entre pigmeos y grullas. Foto sacada de internet.

La palabra griega por aquel entonces que servía para identificar a las actuales grullas, era geranos, que procede de la anterior historieta. A su vez el término geranos, nos recuerda a una planta muy conocida actualmente, el Geranio. Muchos estaréis pensando: ¿Qué tienen que ver las grullas con el geranio que tiene mi abuela en casa? El nombre de esta planta se debe a la larga y puntiaguda forma de la cápsula donde se encuentran las semillas, que tiene un parecido a la forma del pico de la grulla. En inglés, el término análogo de geranio es cranesbill, que si la traducimos textualmente sería "pico (bill) de grulla (crane)". Incluso se tiene registrada la curiosidad del término cranberry (arándano rojo) que literalmente sería la baya de la grulla.

Sin embargo, este ave ha propiciado una serie más extensa de términos, principalmente ingleses como hemos visto, en nuestro vocabulario. Los romanos por ejemplo se referían a ellas como "grues" seguramente por el sonido de sus llamadas. Incluso la palabra inglesa congruence, que significa estar de acuerdo, se asocia al comportamiento coordinado de estas aves. Por increíble que parezca, hasta el término pedigree, tan usado actualmente en los ámbitos caninos, procede del término francés  pied de grue (pie de grulla) basado en el patrón de ramificación de una genealogía.  Incluso el término grúa procede del animal grulla, debido a la similitud de su figura. Más interesante es aún que las polainas, esa prenda que cubre las pantorrillas, proceda del antiguo término Poulanne "piel de Polonia". El por qué se designo grullas a las polainas no está claro, pero ¿quizá el aspecto peculiar de quien portaba esas polainas fuera semejante a la de la especie?  


Del anterior relato, el de la infatigable guerra entre grullas y pigmeos, cabe destacar la importancia religiosa de la grulla en la antigua Grecia, donde era sagrada incluso para Atenea como para Apolo. Dicen incluso, que en el período del pánico, Apolo adoptó la forma de la grulla. Es tal el interés por esta especie, que a Palamedes y al Dios Mercurio se le atribuye el mérito de haber inventado las letras del alfabeto griego mientras observaba volar a las bandadas de grullas que iban formando letras en el cielo.


Formación en V típica de las grullas.


Apartándonos por un momento de tales cuentos y mitos, el número de grullas ha ido aumentando en la laguna. De apenas unas decenas que descansaban tranquilamente se han convertido en varios cientos. Ruidosas, parecen celebrar la llegada del invierno y la parada en su viaje migratorio. Viaje migratorio que desde siempre fascinó a las civilizaciones humanas. En muchas culturas se creía que las grullas ayudaban a otros pequeños pájaros a realizar su migración, llevándoles sobre sus espaldas.



Otros autores proponían que estas aves seguramente ingerían o llevaban en sus picos, grandes piedras o arena, sirviéndolas estas de lastre para que no se perdiesen por las ráfagas de viento. No es algo tan sumamente difícil de pensar en aquella época, más teniendo en cuenta que a menudo las grullas tienen el pico manchado de barro al alimentarse en los encharcados sembrados y que los gansos, que probablemente equivocarían al identificarles, se alimentan de arena para digerir los alimentos.  




Observándolas detenidamente se pueden distinguir los jóvenes del año de los adultos e inmaduros. Me llama la atención el gran número de juveniles que observo. Algunas comen, otras danzan (acción que ha servido al humano como modelo para las danzas tribales) otras vigilan y otras, quizá las más viejas o las que más recorrido han hecho, descansan sobre una pata. Sobre esta curiosa postura también se dejó constancia. Se dice que una bandada de grullas que dormía en plena noche invernal,  colocaba a unos centinelas, que se mantendrían sobre una pata y sostendrían una pesada piedra en la otra que tenían recogida.  De esta forma, si el ave se quedaba dormida, la piedra caería al suelo o al agua y la despertaría al igual que a sus congéneres. Esta historia conllevó posteriormente un cuento de moral cristiana, en el que los cristianos imitarían a las grullas para evitar caer en el pecado. 


Familia de grullas. Se puede observar cómo mientras los adultos comen, las otras dos grullas jóvenes se encuentran alerta. 
 Juvenil y adulto de Grulla común (Grus grus)

Cómo hemos visto y podríamos seguir durante decenas de párrafos más, a la grulla se le han asignado infinidad de simbologías y su observación era siempre causa de fascinación, alegría o temor según que civilización. A diferencia de la alegría y visión positiva de las culturas que se han expuesto anteriormente, los celtas la tenían por ave de mal agüero. Sin embargo los héroes celtas tenían una especie de bolsa fabricada con piel de grulla en el que guardaban amuletos mágicos. 

Viajeras como ellas mismas, vamos a viajar ahora por un momento al otro lado del planeta, pues también en la cultura china y japonesa son numerosas las citas de este ave. Empezando por la cultura nipona, a nadie se le escapa que en el Origami, la figura más comúnmente repetida es la de la grulla, que representa la paz y la buena fortuna. También simboliza la longevidad y la fidelidad, aspectos propios de la especie. 

Precisamente relacionado con este arte de hacer figuras de papel, en la tradición japonesa se tiene en cuenta una historia, la historia de Sadako y las mil grullas. Sadako era una niña de 2 años cuando la bomba nuclear impactó en Hiroshima durante la temible segunda guerra mundial.  A consecuencia de la irradiación, pronto desarrolló una leucemia que le diagnosticaron a los 12 años. Una amiga suya le contó la historia de las 1000 grullas de origami, en la que si deseas algo con mucha fuerza y haces mil grullas de papel, los dioses harán que ese deseo se cumpla. Sadako deseó curarse de su enfermedad y empezó a hacer grullas de papel. Sólo logro 644 antes de morir, pero sus amigos continuaron su labor y completaron el número, con la esperanza de que no hubiese más guerras. Desde entonces en Japón se conmemora anualmente la muerte de Sadako con la elaboración de miles de grullas durante el Día de la Paz. Para hacernos una idea de la importancia de lo que representa este ave, además de las numerosas piezas artísticas en las que aparece, se construyó también un modelo de coche, el nissan tsuru (tsuru en japonés es grulla).


Cuadro dibujado a tinta china del autor japonés Kosei Takenaka, colocado en una de las paredes de mi casa.


El atardecer se acerca y el número de aves que ya han entrado a la laguna supera, con creces, las 1000 grullas de Sadako. Como dice el dicho "Está aleando la grulla" la temperatura desciende por momentos.  Después de este repaso de lo que significó y significa la figura de este ave, faltaría dar por último a conocer la creencia popular que asocia la presencia de esta y otras aves (como la lavandera o la avefría) con la llegada del frío y la nieve. No hay mejor forma que citar algunos poemas, dichos y refranes de la tradición oral, algunos exclusivos de las provincias de Ávila y Salamanca.


Dos escenas de grullas entre la niebla y la nevada.



De entre los poemas, además del anteriormente citado por Fray Luis de León, cabe destacar los versos de este poema de Luis de Góngora:

«Pasaron todos pues, y regulados
cual en los Equinocios surcar vemos
los piélagos del aire libre algunas
volantes no galeras,
sino grullas veleras,
tal vez creciendo, tal menguando lunas
sus distantes extremos,
caracteres tal vez formando alados
en el papel diáfano del cielo
las plumas de su vuelo»


Y refiriéndonos a los dichos y refranes populares, que han sido acertadamente registrados por diversos autores, incluido por ejemplo, Luis Miguel G.G de la Universidad de Salamanca,  me gustaría citar los siguientes:

Grullas arriba,
pastor de buena vida;
Grullas abajo,
pastor de mucho trabajo. 
-------------------------------------------------------
Cuando las grullas van a Castilla,
coge el hacha y haz astillas;
y cuando van al mar,
coge el arao y vete a arar»

Anochece, las grullas dormitan en la seguridad de las orillas someras de la laguna. Aún se oyen algunos trompeteos de los bandos que continúan con la siguiente etapa de la migración. La visibilidad escasea y la temperatura fría obligan a marcharse a casa, después de una jornada observando las idas y venidas de estas mensajeras del invierno.







09 octubre 2015

INVERNANTES EN MODO ON

Vientos predominantes, bajada de las temperaturas y cambio en el foto periodo, son sinónimos de migración de las aves norteñas, de los reyes alados del norte del continente europeo. Tanto es así que en estos últimos días, las planicies cultivadas de Castilla como las dehesas de Extremadura, comienzan a recibir a unas grandes viajeras, a unas incansables voladoras. 
Los pueblos, las tierras, las dehesas, y la gente de los campos, una vez más escuchan el familiar trompeteo de las grullas comunes, acompañado en muchas ocasiones por escuadras en V de otros plus marquistas de la migración que son los gansos. Bandadas más o menos importantes de grullas comienzan a recalar en las dehesas, en busca de las nutritivas bellotas, que les servirán para recuperar el esfuerzo llevado durante la travesía desde sus zonas de reproducción, en el norte de Europa. Algo similar al mismo tiempo, ocurre en los humedales de nuestra geografía que acogen cantidad de anátidas y bandos de ánsares comunes con algún "infiltrado" de otra especie menos común, como los ánsares campestres, caretos o alguna barnacla.  

Plus marquistas, atletas alados, viajeros, que migran, después de haber realizado la reproducción, hasta sus cuarteles de invernada, situados en el sur de Europa. Cientos y cientos, miles de grullas, miles de ánsares vuelan en estos días hasta nuestra península. Cansados por el esfuerzo del viaje, repostan el combustible en pequeños humedales y zonas de alimentación, que encuentran en su travesía. Las primeras escuadras de grullas y gansos, generalmente constituidas por ejemplares adultos con algún joven del año en sus filas, pasarán aquí gran parte o la totalidad del invierno, alimentándose y cogiendo fuerzas para el vuelo de vuelta, a finales del invierno, dónde iniciarán de nuevo la reproducción.  

Pareja de grullas en una zona adehesada. Zona típica de invernada para la especie. 



Sus inconfundibles y sonoros trompeteos junto con la formación en V las hacen fáciles de distinguir.


Junto a  estas grandes y pesadas voladoras, que indican el comienzo del otoño y la estación invernal, encontramos a multitud de avecillas y pequeños pájaros que migran en la misma época y como citaba anteriormente, algún "asociado" a los bandos de los anseriformes. En este caso, se trata de un bonito Ánsar Careto Grande, el que infiltrado en una gran bandada mixta compuesta por Ánsar común, Ánade real, Pato cuchara y Cerceta común, ha iniciado la migración hasta llegar a las aguas salmantinas. 

El ave de mayor tamaño, en el centro de la imagen. Sus bandas negras en la zona ventral, y su adorno blanco a modo de careta en el pico son aspectos importantes para distinguir a la especie del Ánsar común. (Pincha en la imagen para verla en mayor tamaño)

Sus patas de tono anaranjado y el pico rosado son otro de los aspectos a tener en cuenta. En esta imagen realizada en el humedal de la Nava, en Palencia se aprecian bien los diversos factores para su identificación.


Sin duda alguna, tenemos o deberíamos tener el placer, el orgullo y la satisfacción, que uno  siente cuando observa estas bandadas, de que tengamos la suerte de que aves que se hacen una larga travesía por los cielos de medio mundo vengan a las aguas, a las dehesas y a los cielos de nuestra península, adornándolos con sus graznidos y trompeteos, con sus formaciones en V y formando parte de esas bellas postales y momentos invernales que tenemos el lujo de observar y la obligación de conservar.


17 enero 2013

LAS NAVIDADES EN EL CAMPO SALMANTINO

Después de una temporada sin escribir y sin salir en exceso al campo debido al período navideño, y debido entre otras cosas  a un trancazo que tuve, vuelvo de nuevo este 2013 a contaros mis salidas pajariles y a informaros de diversos proyectos y actividades. Así pues durante este tiempo, he podido disfrutar de preciosas jornadas invernales en pleno campo.

Madrugando un poco, a las 7:30 de la mañana del día de Reyes, me disponía a sacar mi equipo fotográfico del maletero del coche, con un temperatura de 6 grados bajo cero, cuando el sol comenzaba a teñir el horizonte de anaranjados y rosados colores. A los pocos minutos de observar por el telescopio a un par de cigüeñas blancas y a un nutrido grupo de ánades reales que dormitaban en una orilla, el Azud de Riolobos comenzaba a despertarse  un día más. Unas 800-1000 grullas comenzaron a volar y a teñir  con sus voces el hasta entonces severo sonoro del entorno. En grupos de unas 50 aves, se fueron distribuyendo por los campos de cultivos, y praderas agrícolas del entorno.  Muy lejanas y a contra luz, su silueta y su vuelo característico en forma de V las identificaba. Mi asombro  por el griterío de las aves  y la belleza del amanecer desapareció tan pronto como un halcón peregrino cubría el despejado cielo en busca de su "desayuno".


Dos estampas del amanecer en el Azud de Riolobos



El rápido vuelo de caza de esta falconiforme, me hizo mirar de nuevo en los patos que dormitaban en las orillas, y que comenzaban a despertarse después de una fría noche invernal. Algunas de estas orillas, en parte congeladas constituían un seguro refugio para estas especies de anátidas.  Pronto comencé a ver las diferentes especies que constituían los grupos, mientras el lejano griterío de las grullas, escondía algún que otro bando de ánsar común.  En las orillas, y entre las parejas de ánade real, encontré varias parejas de ánade silbón, que rondaban la veintena, un número similar de cercetas, patos cuchara y frisos y una pareja de ánade rabudo, una especie preciosa que siempre me llama la atención.

Pareja de ánades rabudos a la derecha de la fotografía. 


Más tarde pude contemplar lo mejor de la jornada, cuando observaba a un pequeño grupo de grullas que descansaban en una orilla, al lado de una pequeña agachadiza común. Este grupo estaba compuesto en su mayoría por adultos, si bien había tres aves juveniles, que sin duda alguna han echo este año su primera travesía desde el norte de Europa.

Grupo de grullas comunes descansando en una de las orillas.


Al lado de este grupete de grullas se concentraban unas 150 avefrías. Siguiendo el vuelo de un milano real con el telescopio, encontré posado a una  preciosa, elegante y diezmada rapaz. Esta especie, rara de ver en las salidas al campo, no es ni más ni menos, queridos lectores, que el azor.  Debido a la lejanía no pude fotografíar a este precioso adulto que seguramente fuera una hembra debido a su tamaño, y que sin duda alguna estaba de cacería. Posada en uno de sus posaderos habituales, estaba esperando quizá a que una de sus presas favoritas, la liebre, común en este entorno, saliera de su encame.
Cuando el ejemplar se perdió tras una colina, me dispuse a llegar hasta dónde lo había visto. Levanté una liebre por el camino, y allí, debajo de un pequeño arbusto, encontré los restos de un ánade real, pelo de conejo y las plumas de aparentemente una tórtola que había sido desplumada allí mismo. Sin duda alguna debido a la escasez de esta especie en la zona, este adulto sea el componente de la pareja que en algún apartado rincón de un bosque cercano críe año tras año, y saque adelante a juveniles  como el que un componente del grupo se encontró atropellado en las cercanías de la alquería de Riolobos, el pasado año por estas fechas.

Plumas de una tórtola en el desplumadero citado.


Más tarde y por último me tropecé con un grupo de 45  ánsares comunes, que descansaban en los alrededores del posadero de la rapaz.



Os dejo una estampa invernal de la alquería de Riolobos para terminar.




03 noviembre 2012

GRULLAS Y GANSOS COMO PROTAGONISTAS

Esta mañana en el Azud de Riolobos, he podido disfrutar de los primeros invernantes típicos de estas fechas. Nada más llegar, un buen número de grullas, ( unas 200) se arremolinaban por los alrededores mientras "trompeteaban" con su canto.

A parte de estas protagonistas,  os pongo el listado de lo observado:

  • Somormujo lavanco: varios ejemplares.
  • Cerceta común: Sobrepasando el centenar.
  • Ánade silbón: Una veintena de ejemplares.
  • Pato cuchara.
  • Ánade real.
  • Ánade friso.
  • Avefría europea: más de un centenar.
  • Correlimos común: 10 ejemplares.
  • Correlimos zarapitín: 2 individuos.
  • Chorlitejo chico.
  • Chorlitejo grande.
  • Focha común.
  • Gallineta común.
  • Gaviota reidora.
  • Gaviota sombría.  
  • Garceta grande: 1
  • Garza real: abundante.
  • Espátula:  1 individuo joven, que tenía mala pinteja, como si estuviera enfermo. Durante toda la mañana, no se movió prácticamente.
  • Aguilucho lagunero: 3, uno con marcas alares, pero imposible su lectura, por la lejanía.
  • Ratonero común.
  • Milano real.
  • Cernícalo vulgar.
  • Grajilla.
  • Corneja común.
  • Cormorán grande: Más de 300 individuos, de todas las edades.
  • Perdiz roja.
  • Mochuelo.
  • Lavandera blanca ( abundante)
  • Y por último lo más destacable: Medio centenar de ánsar común. Lo  curioso, es que entre uno de los grupos de ánsar común en los que estaba dividido los 50 ejemplares, se encontraba un bonito ánsar campestre. Esta cita es el segundo registro de esta especie en el lugar. 
Os pongo unas fotillos, más bien malas, debido al mal tiempo atmosférico.

El campestre, señalado.

 Era bastante más pequeño, más oscuro, y además las plumas de vuelo se ven fácilmente.

Grullas.

Anátidas y espátula en el dique.

Espátula. ( El ejemplar, que parece estar enfermo)
 Gansos en vuelo.

Estas citas, revelan la gran importancia ornitológica, natural y vital que tiene el Azud de Riolobos, en las migraciones de estas aves.

UN SALUDO A TODOS LOS LECTORES. 

12 noviembre 2011

MAÑANA DE CAMPO.

El sábado, me di una vuelta por parte de  la comarca de Peñaranda. Para empezar, me acerqué al CRTU de Gomecello, donde el grupo local Seo-Salamanca comenzará la Campaña Gaviotas 2011-2012 , el próximo fin de semana.
A las 8 de la mañana, más de 1000 gaviotas entre sombrías y reidoras, se reunían en torno a los vertidos, acompañadas de unas cuantas cigüeñas, bastantes milanos, los omnipresentes estorninos, garcillas bueyeras, y un grupito de avefrías. Como curiosidad un solitario ánsar común, paso volando en dirección al Azud de Riolobos.

Gaviota reidora de 1º invierno.
 Gaviota reidora y sombría.

Más tarde nos dirigimos al Azud de Riolobos, para observar algún ave diferente, y también en busca de egragópilas.

Unas 15 grullas estaban por los alrededores del Azud.
 ¿Dónde está el mochuelo de Pedrezuela de San Brizio?
 Que ojazos.

Después de coger unas cuantas egragópilas en Pedrezuela, observamos un alcaudón real y 77 gansos. En el dique azulones acompañados de algunas cercetas comunes, silbones europeos, y frisos.




A la vuelta, en Cantalpino, otro alcaudón real, 2 gavilanes, cornejas, y alguna que otra perdiz roja.


 ¿Gavilán o azor?