23 septiembre 2015

UN TESORO URBANO

Los lectores que venís siguiendo desde hace tiempo este espacio, habréis leído en alguna ocasión,en más de una entrada, la importancia de un parque que está situado en el centro de la ciudad salmantina. Es el parque urbano más grande con el que contamos en Salamanca y su diversidad botánica hace del Parque de los Jesuitas un gran tesoro entre las idas y venidas  de las vidas ajetreadas de todos los salmantinos. Su situación, cerca del río Tormes, hace de él un gran atractivo para las aves que en estos días pasan por nuestros cielos en su etapa migratoria. Cuenta además con un buen número de especies sedentarias y nidificantes, pero es en la época otoñal e invernal cuántas más especies se observan en el parque. Se han observado unas 100 especies de aves, según los datos que he podido registrar en los últimos años, teniendo una media de unas 20-30 especies observadas en un día normal de invierno.

En esta entrada, varios son los protagonistas alados que en estas últimas semanas he podido observar en compañía de otros amigos pajareros, que en alguna ocasión, como en el caso de la observación del Torcecuellos euroasiático no hubiera sido posible si no hubiera sido por su ayuda. Desde aquí agradecer a todos ellos la ayuda y sobre todo la buena compañía en las jornadas camperas.

Comenzamos con el primer protagonista, un pájaro de plumaje críptico, cuyas plumas parecen escamas de las cortezas de un árbol por su tonalidad, de pico corto, de aspecto reptiliano, de tamaño algo más grande y alargado que un Gorrión común. Pertenece a la familia de los pícidos, es decir de los pájaros carpinteros, si bien su aspecto y su comportamiento es propio de los paseriformes. Un ave que para mí ha sido esquiva en las ocasiones que he intentado localizarla y que en estos días se ha prestado a fotografiarla muy fácilmente.




El Torcecuellos euroasiático, es sin duda alguna un pájaro bello con sus suaves y ocres tonalidades y dibujos, pero también un pájaro fascinante por el comportamiento de retorcer el cuello cuando se siente amenazada, comportamiento éste que le brinda el acertado nombre.


Como decía, pertenece a los pícidos, aunque carece de ciertos rasgos de este grupo de aves, como las plumas rectrices de la cola adaptadas a trepar árboles. Se alimenta en el suelo, buscando hormigueros dónde extrae a sus huéspedes con su larga y fina lengua.


La gran oportunidad de observar a diversos ejemplares de esta especie que se han establecido estas semanas en el Parque de los Jesuitas no ha sido lo único destacado. Comienzan ya a recalar aves de paso en estos arbolados jardines e incluso las primeras invernantes. Entre ellos, los más numerosos son en estos momentos los Papamoscas cerrojillo que aprovechan la oportunidad para alimentarse de dípteros entre la fina lluvia. Seguidos también por buenos números de páridos como Carbonero garrapinos  y fringílidos como el Pinzón vulgar y numerosas concentraciones de Pardillo común.




Junto a todos ellos quizá uno de los pájaros que más pase desapercibido por su tamaño y costumbres, así como su color, sea el Agateador común. Pájaro nidificante en el parque, en esta ocasión uno de los ejemplares observados lucía una anilla metálica cuya lectura completa fue imposible.


Otro de los pájaros  quizá más bellos e impresionantes por su anatomía sea el Picogordo. Éste ha pasado de ser un ave de paso e invernante a conseguir reproducirse en los últimos años en una zona cercana al parque.
Capaz de partir las semillas más duras como huesos de cerezas con su fuerte pico es el titán del orden de los Fríngilidos junto con los Piquituertos.


Quizá una de las  numerosas urracas que habitan en el enclave, quiera imitarle probando suerte con una gran nuez proveniente seguramente de alguno de los nogales del parque.


Y como el asunto va de imitaciones, este Papamoscas cerrojillo no iba a ser menos en su peculiar imitación a un Agateador común.


Por último, quisiera despedir este breve resumen de las aves observadas en el Parque de los Jesuitas en estas últimas semanas manifestando el valor natural y social de los parques y riberas que nos encontramos a la vuelta de la esquina de casa repletos de miradas tan bellas como la de este bonito Torcecuellos.




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