En estas últimas semanas, en las que las condiciones meteorológicas han fluctuado, recibiendo las primeras lluvias y tormentas de verano y con bajadas notables de temperatura, me he acercado al Azud de Riolobos que ya ha sido anteriormente protagonista de algunas entradas de este espacio.
Este pequeño embalse, diseñado para el almacenamiento de agua con el que abastecer los cultivos de regadío colindantes, es hoy día, pese a la decadencia propia del lugar debido al mal uso y mantenimiento del mismo (no recibe ningún aporte de agua desde hace más de un año) un paraíso para un buen número de especies, ya sean sedentarias o migratorias que en sus largas singladuras y viajes de miles de kilómetros descansan en un pequeño embalse, rodeado por un mar seco, por el mar de campos, que en estas fechas es prácticamente un desierto.
En este campo raso, cosechado, aparentemente sin vida, existen pequeños oasis de vida, dónde se establecen por unos días o incluso horas, ciertas especies en busca del preciado alimento que encuentran cerca de los últimos resquicios húmedos y con pequeñas láminas de agua que quedan aún en el Azud de Riolobos. Es pues, en estos lugares, dónde encontramos una biodiversidad mucho más alta que en los secos alrededores.
Entre todas las especies que podríamos observar en estos verdaderos oasis, hay un orden de aves, las aves limícolas por las que en estas fechas, sentimos un interés mayor, pues su observación y censo nos muestra, entre otros aspectos, como está siendo el paso post nupcial de estos viajeros. Para los lectores que se pregunten que son las aves limícolas son aves de pequeño y mediano tamaño que buscan su sustento en los limos de las orillas, mediante una compleja y fina, incluso parece que frágil anatomía con largos tarsos y delgados picos, muchos de ellos con formas especificas dependiendo del alimento del que dependan.
Sin entrar más profundamente en la vida de estas aves, las observaciones más destacadas en dos días diferentes a los que acudí al lugar son las siguientes. Nada más llegar, la primera sorpresa alada la protagonizó una juvenil y bella Garza imperial (Ardea purpurea), cita de interés para la provincia salmantina pues la reproducción de la especie aún no es segura. En este enclave, el Azud de Riolobos, se han constatado diversas citas de ejemplares, sobre todo en migración.
Este ejemplar joven, permanece en el lugar desde el 23/08/2015, seguramente asociado a la gran cantidad de sustento que encuentra en las aguas.
Junto a ella encontramos algún limícola, como el Andarríos chico de la foto superior y un buen número de Agachadiza común, sobre todo el 23/08/2015 en el que más de 40 aves se alimentaban en la zona junto a cifras menos llamativas de Andarríos chico, Andarríos grande y Andarríos bastardo, algún Archibebe común, Combatiente y un nutrido grupo de Avefría europea con más de 50 individuos. Un pequeño bando de 5 Correlimos comunes, en el que un pequeño Correlimos menudo intentaba pasar desapercibido sin tener en cuenta su desventaja física.
Correlimos común a la dcha y Correlimos menudo a la izda.
Grupo de Combatientes y dos Andarríos bastardo (los dos de la izda)
Un juvenil de Cigüeñuela común se alimentaba en las orillas de los numerosos insectos.
Combatiente y tres Andarríos bastardos.
Bando de Archibebe común
Pero aún la gran sorpresa, inesperada, pues es una especie accidental en estas latitudes, la constituyó un bando de 18 jóvenes flamencos comunes que descansaban y que se mostraban demasiado tranquilos y habituados a la presencia humana pues se alimentaban sin prestar atención a los coches y pescadores cercanos. Tres de ellos portaban anillas de PVC y metálica de color blanco con códigos alfa numéricos negros.
Aún sin confirmar por la Estación Biológica de Doñana, es casi seguro, gracias a los proyectos de anillamiento de flamencos con ese tipo de códigos que pertenezcan al proyecto llevado a cabo en la laguna de Fuente de Piedra en Málaga durante esta temporada ya que todos los ejemplares son jóvenes del año y códigos idénticos pero de menor numeración se han utilizado en ese lugar en temporadas anteriores para el marcaje de los pollos en dicha colonia de cría.
Después de saber la procedencia de estas aves totalmente accidentales en la provincia y comunidad autónoma, pues en toda la provincia sólo se tiene registro de 4 citas reflejadas en los anuarios publicados por el grupo local Seo-Salamanca, nos damos cuenta que pese al decadente estado del azud, aún la naturaleza agradece este pequeño gran oasis con observaciones como estas.
De los 4 registros que se tiene de esta especie en la provincia, solamente uno se ha producido en el Azud de Riolobos, de un único ejemplar en un bando de Espátulas comunes en el año 2005.
Pero aún nos quedan algunas citas no menos importantes e interesantes que la de nuestros amigos los flamencos. Junto a ellos, un pequeño grupo compuesto por 4 Espátulas comunes y 6 Garcetas comunes sobrevolaban la zona.
Durante la observación y lectura de las anillas de los flamencos, dos enormes bandos de Cigüeña blanca en migración con algún Milano negro agregado a las zancudas. Aproximadamente cada bando contaba con más de 200 individuos.
Por último y para poner más interés en estas dos jornadas, dos bellas Águilas culebreras (un adulto y el joven del año) y un Aguilucho cenizo melánico despidieron hasta una nueva jornada, las incesantes e importantes observaciones que nos brinda el recién llegado paso post nupcial.
El ejemplar joven del año, mucho más blanco en la zona ventral y el pecho y el adulto que se observa que había depredado un gran ofidio debido al enorme buche que muestra, luce un plumaje más oscuro. Observen como la evolución ha dotado a las diversas especies de largos picos y zancos como los límicolas, de alas fuertes y grandes como las cigüeñas que les permiten volar grandes distancias planeando y como las calzas de las patas del Águila Culebrera están desnudos de plumas para evitar daños de los ofidios.
Con el despegue de esta bella, grande y migratoria rapaz nos despedimos hasta nuevas jornadas repletas de sorpresas.
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