Después de un pequeño descanso a la sombra del tupido follaje del bosque ribereño, continuamos nuestro recorrido dejando atrás los grandes picachos, las grandes formaciones rocosas, dónde los buitres leonados y los alimoches habían colocado sus nidos. El paisaje se va tornando en una serie de pequeños montes ondulados repletos de bosque mediterráneo en el que además de los alcornoques y las encinas, nos encontramos con pequeños corros de Pino piñonero con sus copas anchas y globosas. Entre las copas, un gran tendido eléctrico ofrece peligrosos posaderos para una preciosa águila culebrera.
El tendido desaparece al cabo de unos metros y nos encontramos de nuevo en pleno bosque mediterráneo, tupido, cerrado, inexpugnable en el que de pronto nos encontramos con la joya alada de las rapaces ibéricas, con una auténtica reina de nuestros cielos que porta una especial corona en sus hombros. Una de las aves rapaces más escasas de nuestra avifauna, el águila imperial ibérica nos deleita con sus vuelos territoriales, con su llegada al nido y hasta con una cópula, a través de las lentes del telescopio desde el otro lado del río. (Fotos de archivo realizadas en el parque nacional de Monfragüe)
Es esta especie, con algo más de 200 parejas un verdadero tesoro a conservar y aún son muchas, aún son demasiadas las águilas imperiales, como otras muchas especies, las que son envenenadas, tiroteadas, o se topan con los cables de peligrosos tendidos eléctricos en nuestros campos, aún son muchos los ejemplares que acaban muertos en nuestros territorios por causas no naturales, por causas producidas por la mano del hombre.
Volvemos a admirar la silueta de la preciosa rapaz, con sus características manchas blancas a lo largo de los hombros, que como si fueran la corona que indica que es la reina del bosque mediterráneo, destaca sobre el marrón oscuro del resto de su cuerpo. Reclama desde las alturas su territorio con su típico "ladrido", expulsa a cualquier otro intruso de sus dominios y aparece y desaparece de delante de nuestros ojos con bellos picados.
Esta preciosa y endémica especie nos despide esta larga serie de la selva mediterránea adentrándose en su nido dónde con suerte durante toda la primavera y verano un fuerte y precioso aguilucho saldrá adelante con el esfuerzo y el cuidado de los adultos, en un viejo alcornoque con las últimas luces de la tarde.
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