23 julio 2013

LA FAMILIA ORIOLUS

Caminando en estos días de julio por la orilla de un río, bajo la sombra de los altos chopos del soto, nos sorprende un precioso sonido proveniente del mejor flautista de nuestra avifauna. Por mucho que intentamos localizar al autor de esta melodía, la mayoría de las veces sólo podemos disfrutar de su canto y nos quedamos con las ganas de ver su dorado plumaje. Y otras tantas veces caemos en la imitación perfecta de esa melodía por parte del estornino negro. 

La oropéndola ( Oriolus oriolus) llega a nuestro país en el mes de Abril, realizando la migración desde países como Kenia, Uganda, Camerún o Tanzania. Durante nuestro invierno, estará oteando la sabana africana posada en lo más alto de un baobab, mientras ahora observa el curso del río Tormes desde lo más alto de un chopo. 


A orillas de este río, y en las horquillas de las ramas más altas la hembra, con un plumaje menos llamativo que el macho, como suele ocurrir en las aves con el objeto de no llamar la atención a depredadores en el nido, construirá el cuenco colgante en el que pondrá normalmente entre 3 y 4 huevos. 

En Julio, dónde ahora  nos encontramos, conocemos a la familia Oriolus al completo. Dejamos atrás la llegada a nuestro país de esta especie en los vuelos nocturnos que constituyen su migración, el celo, la construcción del nido, y la ceba de los pollos con orugas y bayas, para centrarnos en lo que ahora podemos encontrar en el soto de nuestra particular familia. En estas fechas  apreciamos  las diferencias entre machos y hembras  adultas con juveniles. También los pequeños aviones zapadores y abejarucos crían en los taludes cercanos del soto. 

El macho luce un plumaje amarillo brillante con las alas y cola negra mientras que las hembras y los jóvenes son verdosos y con el pecho blanco listado de verde. 

Hembra adulta.

Macho subadulto ( Fijaros en la "espalda" y debajo del ala, se aprecian todavía ciertas listas y el plumaje no ha adquirido aún el amarillo brillante por completo)


El macho cantando.

Un juvenil. (El plumaje es totalmente diferente a los machos adultos)



Comenzarán los juveniles a conocer cada rincón del soto que sus progenitores han elegido para criar, y se alimentarán en cantidad para volver volando de noche a su cuartel de invernada, en el África tropical. Y  al siguiente año, cuando volvamos a caminar por nuestros sotos ribereños nos volveremos a sorprender con su increíble canto.









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