Después de un verano marcado por las intensas temperaturas, marcado por aquellas largas jornadas de cielos despejados, de luz y de sol abrasador que dora las espigas de los campos castellanos, algo ha cambiado. Día a día, la luz y el sol dejan paso a los negros nubarrones de las últimas tormentas del estío. Un buen día, te levantas a la misma hora, levantas la persiana y observas que aún no ha amanecido, y por un instante te sientes confundido. Decides pasear por un parque, cuyos árboles hace escasas semanas constituían una monocroma variedad de verdes. El viento, la escasez de luz y por tanto de temperatura de la que prácticamente no nos hemos percatado, hace que la paleta de colores albergue ocres, dorados, rojizos, castaños. Los árboles se encuentran incluso, y más en años como éste en el que prácticamente no ha existido la estación otoñal, casi desnudos. Los ocres, los castaños y los rojizos tapizan los caminos y vuelan de un lado para otro con los vientos que anuncian la llegada del invierno.
Las inmensas formaciones de ánsares y de grullas, protagonistas éstas de la narración que nos atiende, fueron y son objeto de interés de numerosas civilizaciones y culturas. Para ello tenemos que retrotraernos a finales del paleolítico, dónde algún antepasado nuestro, sin los prismáticos ni las modernas cámaras ni telescopios ópticos que tenemos en la actualidad, observaba las numerosas concentraciones de aves. Llamado quizá por los constantes trompeteos de las grullas, que podrían formar parte de una buena despensa con la que pasar el crudo invierno, a este antecesor se le ocurrió dejar clara la presencia de esas grandes y zancudas aves. Así, hizo seguramente la primera "fotografía" de las grullas. En una pared de la cueva del Tajo de las Figuras, en el actual municipio de Benalup-Casas Viejas, dejó constancia de la invernada y probablemente incluso de la reproducción de esta especie en la cercana Laguna de la Janda.
Grullas en vuelo
Gansos, Grullas y Cigüeñas reflejados en la pintura rupestre encontrada en el Tajo de las Figuras. Fotografía sacada de internet.
Algo similar sucedió también en otros vestigios rupestres, como los de la Yecla y el Monte Arabí en Murcia que guardan similitud con los de la Cueva de la Vieja de Alpera. En los primeros aparecen diversas representaciones de una grulla volando por encima de toros que se convierten en ciervos. Los estudiosos del arte rupestre creen que el ave representa al gran chamán con penacho de plumas en la cabeza, ya que ambos levitan o caminan sobre las cabezas de los toros, de la misma manera que también aparece representado un arquero en la Cueva de la Vieja.
Otro testimonio de la presencia de esta especie en la Janda, data del siglo IX. Durante esta época, la extensión que ocupaba la Laguna de la Janda, llamada Al-Buhaira era una zona de alto interés para la caza de aves. Por aquel entonces un emir, era un apasionado de la caza de grullas con halcones en el lugar, actividad que quedó reflejada en los pasajes de los historiadores.
Imágenes de la caza de grulla con halcón mediante cetrería, del Arte de la Cetrería de Federico II
Representación de la caza con halcón y perros en el Palacio da Quinta da Regaleira, Sintra, Portugal.
Numerosas como las grullas que conforman el bando que desciende lentamente hacia la laguna que tengo delante, son las alusiones y simbologías para con esta especie. Historietas, algunas con numerosas falsedades, otras con cierto aire fantástico e incluso cómico leídas desde nuestra perspectiva actual, se han ido trasladando de boca en boca, de generación en generación e incluso de cultura en cultura hasta nuestros días.
Una de estas historias, más bien un cuento o una fábula ha perdurado desde el siglo I a.C, ya fuese de tradición oral o recogido, con sus numerosas modificaciones, en los libros y tratados de diferentes épocas y civilizaciones. "Las Grullas de Ibicus" es una obra que ha perdurado hasta la actualidad, en la que se representa a las grullas como fuente de prudencia, sabiduría y se las dota de un poder para el esclarecimiento y el castigo de los crímenes. En una de las innumerables versiones, comprendida en el "Libro de los Buenos Proverbios Castellanos" del s.XIII, se narra la muerte del poeta griego Ibycus, encarnado en otro nombre, que fue asaltado por unos saqueadores y herido de muerte. Mientras agonizaba y viendo que no había nadie que le socorriese en los alrededores, miró hacia el cielo y observó una bandada de grullas en migración. Antes de morir, les gritó:
"¡O grúas que volades .... e vos quiero que seades testimonios e demandadores de la mía sangre!"
Los ladrones que le oyeron estas palabras se rieron de él. Ya en el mercado de Corinto, uno de los vándalos llegó a ver una bandada de estas aves y exclamó al resto de malhechores "He aquí las grullas de Ibycus, que vinieron a ser oídas". Alguien en el mercado les escuchó y fueron detenidos e interrogados confesando el asesinato.
La muerte de Ibycus ha sido contada por autores de culturas dispares, desde "Les perdrix revelatrices" en la cultura musulmana (en la que se cambia a las grullas por dos perdices), hasta Shakeaspeare, pasando por la balada de F. Schiller, Tolstoi y también se encuentran alusiones realizadas por el religioso agustino de la escuela salmantina, Fray Luis de León, que en uno de sus poemas decía:
"Recoge ya en el seno
el campo su hermosura; el cielo aoja
con luz triste el ameno
verdor, y hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja.
Ya Febo inclina el paso
al resplandor Egeo; ya del día
las horas corta escaso;
ya Eolo al mediodía
soplando espesas nubes nos envía;
ya el ave vengadora
del Íbico navega los nublados
y con voz ronca llora,
y el yugo al cuello atados,
los bueyes van rompiendo los sembrados..."
Son numerosas los poemas que hablan o citan a la grulla, como por ejemplo estos versos del Arcipreste de Hita que constituyen una de las fábulas más conocidas de Esopo:
"El Lobo à la Cabra comíala por merienda,
Atravesósele un hueso, estaba en contienda,
Afogarse quería, demandaba corrienda,
Físicos et Maestros, que quería faser emienda.
Prometió al que lo sacase, tesoros è grand riquesa;
Vino la Grulla, de somo del altesa,
Sácole con el pico el hueso con sotilesa,
El Lobo fincó sano para comer sin perésa.
Dixo la Grulla al Lobo, quel´quisiese pagar,
el Lobo dixo: como? yo non te pudiera tragar,
el cuello con mis dientes, si quiera apertar?
Pues seate soldada, pues non te quise matar"
Ilustración de la fábula.
Una historia similar a Ibycus, pero cambiando el nombre del protagonista se ha recordado en el pueblo de Artajona (Navarra), mediante la Leyenda de la Cruz de las Grullas. De forma similar, las grullas se han asignado también a la imagen de la muerte en otras culturas, como por ejemplo en la de los esclavos de América. Desde tiempos lejanos, el hombre siempre ha asignado el poder delator y el juicio de crímenes con las aves. No tan lejano, otro autor, Miguel Delibes, en su obra "Viejas historias de Castilla la Vieja" narra un relato en el que los grajos juzgan, condenan y ejecutan a un criminal.
Mientras tanto sigo observando a las bandadas de grullas que entran al dormidero en una laguna de Salamanca.
Absorto por sus trompeteos, y no sin temor a estar haciendo una narración larga, me viene a la cabeza otra historia igual o más antigua que la de la muerte de Ibycus. En esta ocasión, los protagonistas son la tribu de los pigmeos que Homero reflejó en "La Iliada", Plinio en "La Historia Natural" y también Aristóteles en la que se pone de manifiesto la enemistad con las grullas. Homero compara al ejército troyano con la migración invernal de las grullas en el África, que atacaban desde el aire a los pigmeos (se cree que podrían ser monos). Según este mito, entre el pueblo pigmeo había una mujer llamada Gérana. La diosa Hera, después de no haber sido respetada por Gérana la mandó transformar en grulla. El ave no se movió de la aldea y los pigmeos, molestos por sus trompeteos la intentaron ahuyentar. Desde entonces, cuando las grullas invernan en el sur, se pelean con los pigmeos y presumiblemente pierden la batalla pues vuelven al norte.
Representación de la guerra entre pigmeos y grullas. Foto sacada de internet.
La palabra griega por aquel entonces que servía para identificar a las actuales grullas, era geranos, que procede de la anterior historieta. A su vez el término geranos, nos recuerda a una planta muy conocida actualmente, el Geranio. Muchos estaréis pensando: ¿Qué tienen que ver las grullas con el geranio que tiene mi abuela en casa? El nombre de esta planta se debe a la larga y puntiaguda forma de la cápsula donde se encuentran las semillas, que tiene un parecido a la forma del pico de la grulla. En inglés, el término análogo de geranio es cranesbill, que si la traducimos textualmente sería "pico (bill) de grulla (crane)". Incluso se tiene registrada la curiosidad del término cranberry (arándano rojo) que literalmente sería la baya de la grulla.
Sin embargo, este ave ha propiciado una serie más extensa de términos, principalmente ingleses como hemos visto, en nuestro vocabulario. Los romanos por ejemplo se referían a ellas como "grues" seguramente por el sonido de sus llamadas. Incluso la palabra inglesa congruence, que significa estar de acuerdo, se asocia al comportamiento coordinado de estas aves. Por increíble que parezca, hasta el término pedigree, tan usado actualmente en los ámbitos caninos, procede del término francés pied de grue (pie de grulla) basado en el patrón de ramificación de una genealogía. Incluso el término grúa procede del animal grulla, debido a la similitud de su figura. Más interesante es aún que las polainas, esa prenda que cubre las pantorrillas, proceda del antiguo término Poulanne "piel de Polonia". El por qué se designo grullas a las polainas no está claro, pero ¿quizá el aspecto peculiar de quien portaba esas polainas fuera semejante a la de la especie?
Del anterior relato, el de la infatigable guerra entre grullas y pigmeos, cabe destacar la importancia religiosa de la grulla en la antigua Grecia, donde era sagrada incluso para Atenea como para Apolo. Dicen incluso, que en el período del pánico, Apolo adoptó la forma de la grulla. Es tal el interés por esta especie, que a Palamedes y al Dios Mercurio se le atribuye el mérito de haber inventado las letras del alfabeto griego mientras observaba volar a las bandadas de grullas que iban formando letras en el cielo.
Formación en V típica de las grullas.
Apartándonos por un momento de tales cuentos y mitos, el número de grullas ha ido aumentando en la laguna. De apenas unas decenas que descansaban tranquilamente se han convertido en varios cientos. Ruidosas, parecen celebrar la llegada del invierno y la parada en su viaje migratorio. Viaje migratorio que desde siempre fascinó a las civilizaciones humanas. En muchas culturas se creía que las grullas ayudaban a otros pequeños pájaros a realizar su migración, llevándoles sobre sus espaldas.
Otros autores proponían que estas aves seguramente ingerían o llevaban en sus picos, grandes piedras o arena, sirviéndolas estas de lastre para que no se perdiesen por las ráfagas de viento. No es algo tan sumamente difícil de pensar en aquella época, más teniendo en cuenta que a menudo las grullas tienen el pico manchado de barro al alimentarse en los encharcados sembrados y que los gansos, que probablemente equivocarían al identificarles, se alimentan de arena para digerir los alimentos.
Observándolas detenidamente se pueden distinguir los jóvenes del año de los adultos e inmaduros. Me llama la atención el gran número de juveniles que observo. Algunas comen, otras danzan (acción que ha servido al humano como modelo para las danzas tribales) otras vigilan y otras, quizá las más viejas o las que más recorrido han hecho, descansan sobre una pata. Sobre esta curiosa postura también se dejó constancia. Se dice que una bandada de grullas que dormía en plena noche invernal, colocaba a unos centinelas, que se mantendrían sobre una pata y sostendrían una pesada piedra en la otra que tenían recogida. De esta forma, si el ave se quedaba dormida, la piedra caería al suelo o al agua y la despertaría al igual que a sus congéneres. Esta historia conllevó posteriormente un cuento de moral cristiana, en el que los cristianos imitarían a las grullas para evitar caer en el pecado.
Familia de grullas. Se puede observar cómo mientras los adultos comen, las otras dos grullas jóvenes se encuentran alerta.
Juvenil y adulto de Grulla común (Grus grus)
Cómo hemos visto y podríamos seguir durante decenas de párrafos más, a la grulla se le han asignado infinidad de simbologías y su observación era siempre causa de fascinación, alegría o temor según que civilización. A diferencia de la alegría y visión positiva de las culturas que se han expuesto anteriormente, los celtas la tenían por ave de mal agüero. Sin embargo los héroes celtas tenían una especie de bolsa fabricada con piel de grulla en el que guardaban amuletos mágicos.
Viajeras como ellas mismas, vamos a viajar ahora por un momento al otro lado del planeta, pues también en la cultura china y japonesa son numerosas las citas de este ave. Empezando por la cultura nipona, a nadie se le escapa que en el Origami, la figura más comúnmente repetida es la de la grulla, que representa la paz y la buena fortuna. También simboliza la longevidad y la fidelidad, aspectos propios de la especie.
Precisamente relacionado con este arte de hacer figuras de papel, en la tradición japonesa se tiene en cuenta una historia, la historia de Sadako y las mil grullas. Sadako era una niña de 2 años cuando la bomba nuclear impactó en Hiroshima durante la temible segunda guerra mundial. A consecuencia de la irradiación, pronto desarrolló una leucemia que le diagnosticaron a los 12 años. Una amiga suya le contó la historia de las 1000 grullas de origami, en la que si deseas algo con mucha fuerza y haces mil grullas de papel, los dioses harán que ese deseo se cumpla. Sadako deseó curarse de su enfermedad y empezó a hacer grullas de papel. Sólo logro 644 antes de morir, pero sus amigos continuaron su labor y completaron el número, con la esperanza de que no hubiese más guerras. Desde entonces en Japón se conmemora anualmente la muerte de Sadako con la elaboración de miles de grullas durante el Día de la Paz. Para hacernos una idea de la importancia de lo que representa este ave, además de las numerosas piezas artísticas en las que aparece, se construyó también un modelo de coche, el nissan tsuru (tsuru en japonés es grulla).
Cuadro dibujado a tinta china del autor japonés Kosei Takenaka, colocado en una de las paredes de mi casa.
El atardecer se acerca y el número de aves que ya han entrado a la laguna supera, con creces, las 1000 grullas de Sadako. Como dice el dicho "Está aleando la grulla" la temperatura desciende por momentos. Después de este repaso de lo que significó y significa la figura de este ave, faltaría dar por último a conocer la creencia popular que asocia la presencia de esta y otras aves (como la lavandera o la avefría) con la llegada del frío y la nieve. No hay mejor forma que citar algunos poemas, dichos y refranes de la tradición oral, algunos exclusivos de las provincias de Ávila y Salamanca.
Dos escenas de grullas entre la niebla y la nevada.
De entre los poemas, además del anteriormente citado por Fray Luis de León, cabe destacar los versos de este poema de Luis de Góngora:
«Pasaron todos pues, y regulados
cual en los Equinocios surcar vemos
los piélagos del aire libre algunas
volantes no galeras,
sino grullas veleras,
tal vez creciendo, tal menguando lunas
sus distantes extremos,
caracteres tal vez formando alados
en el papel diáfano del cielo
las plumas de su vuelo»
Y refiriéndonos a los dichos y refranes populares, que han sido acertadamente registrados por diversos autores, incluido por ejemplo, Luis Miguel G.G de la Universidad de Salamanca, me gustaría citar los siguientes:
Grullas arriba,
pastor de buena vida;
Grullas abajo,
pastor de mucho trabajo.
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Cuando las grullas van a Castilla,
coge el hacha y haz astillas;
y cuando van al mar,
coge el arao y vete a arar»
Anochece, las grullas dormitan en la seguridad de las orillas someras de la laguna. Aún se oyen algunos trompeteos de los bandos que continúan con la siguiente etapa de la migración. La visibilidad escasea y la temperatura fría obligan a marcharse a casa, después de una jornada observando las idas y venidas de estas mensajeras del invierno.